La deuda pública por habitante ha aumentado 7 por ciento en términos reales en lo que va del sexenio, en parte impulsada por los incrementos en la tasa de interés que, al tiempo de aumentar las presiones para las finanzas públicas, han dejado ganancias históricas para la banca privada. Esto no se ha acompañado de un crecimiento a la par de la economía.
En el mismo periodo, de diciembre de 2018 a marzo de 2024, el producto interno bruto (PIB) por habitante cayó 6.6 por ciento, también en términos reales. En suma, la actividad económica y la deuda pública llevan una trayectoria opuesta, a la luz del crecimiento de la población –estimado para comienzo de año por el Consejo Nacional de Población (Conapo)–.
Datos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público muestran que tal ha sido el efecto de la política monetaria, endurecida por el Banco de México para amortiguar la inflación, que la deuda interna del país ha aumentado 35.5 por ciento en términos reales desde diciembre de 2018 a marzo de 2024.
Sin deflactar a través de la inflación, el incremento de las obligaciones internas es de 76.3 por ciento, al pasar de 6 billones 695 mil 127.8 millones de pesos al cierre de 2018, a 11 billones 802 mil 39.4 a marzo pasado. En ese mismo periodo, la tasa de interés del Banco de México –la referencia que da la pauta para el costo del financiamiento– ha tenido vaivenes que la llevaron desde un mínimo de 4 por ciento hasta un máximo de 11.25.
En diciembre de 2018, la referencia del Banco de México cerró en 8.25; de ahí descendió hasta que en febrero de 2021 fue colocada en 4 por ciento. En ese nivel quedó apenas cuatro meses; a finales de junio de 2021 comenzó a remontar hasta alcanzar 11.25 en marzo de 2023 y ahí se mantuvo un año, hasta que de cara a la última semana de marzo de 2024 se redujo a 11 por ciento.
Parte de la estrategia de la actual administración para evitar la incertidumbre en los mercados con la que se abrió la crisis por la pandemia de coronavirus, ha sido modificar la estructura de la deuda pública, al recargarse más en el financiamiento interno e ir eliminando o amortizando a mejor costo obligaciones con el extranjero.
En parte esta estrategia, y porque no hubo economías prestamistas que elevaran su tasa de interés al nivel que lo hizo México, ha resultado en que la deuda externa cayera 27.6 por ciento real entre el cierre de 2018 y el primer trimestre de 2024, al pasar de 3 billones 856 mil 590.8 millones de pesos a 3 billones 632 mil 121.8 millones.
En concreto, la deuda por habitante pasó de 84 mil 159 pesos a 117 mil 178 en lo que va del sexenio, un incremento real de 7 por ciento; en tanto, el PIB per cápita pasó de 200 mil 399 a 243 mil 485 en pesos que, una vez ya comparables, reflejan una reducción de 6.6 por ciento.
Pese a que los datos públicos muestran que el crecimiento de la deuda –que cada vez ocupa más espacio presupuestal– no está al parejo con el desarrollo de una economía que cada vez tiene una mayor población, el rubro fiscal no ha sido central en los debates de cara a la elección presidencial.