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En Argentina, todos los sectores de la economía han despedido a trabajadores en lo que va del año; el desempleo afecta a 25 por ciento de la población en edad laboral. En la imagen, un padre y su hijo piden limosna en Buenos Aires. Foto Afp
28 de mayo de 2024 07:57

Gracias al enloquecido Javier Milei y su anarcocapitalismo, cada día que transcurre más argentinos se suman a las filas de la indigencia: en apenas cinco meses de gobierno, la pobreza se ha incrementado en 10 puntos porcentuales, mientras los indicadores económicos y sociales se desploman, el desempleo crece, la inflación arrasa el poder adquisitivo, el hambre galopa, se entregan los bienes públicos al gran capital, se pulveriza la moneda y el industricidio resulta salvaje. Eso y mucho más, que lleva a la nación sudamericana a una crisis más profunda que la registrada en 2001, cuando todo estalló y la exigencia popular fue: que se vayan todos.

Ególatra, el esperpéntico personaje se autocalifica como el político más popular del mundo, el máximo exponente de la libertad, el segundo líder a nivel internacional (no dijo quién es el primero), cada vez que yo voy a un lugar es una fiesta y sandeces como esas, pero en los hechos en esos cinco meses ha perdido más de 10 puntos porcentuales de apoyo ciudadano, y contando: muchos de quienes lo votaron se arrepienten.

El hambre recorre la geografía argentina y por estos días se denunció que el gobierno de Milei mantiene embodegados alrededor de 5 millones de kilogramos de alimentos (adquiridos por la administración anterior y destinados a los comedores populares de los que depende el estómago de decenas de miles de personas) que se niega a distribuir, por mucho que un juez le ordenó el reparto. Una vergüenza.

El Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag), bajo la firma de su subdirector, Guillermo Oglietti, doctor en Economía Aplicada, analiza las cifras de cinco meses de gestión de Javier Milei y el resultado es desastroso: el desplome de los ingresos populares provocado por la devaluación del 118 por ciento de la moneda (la depreciación diaria más elevada de la historia argentina) naturalmente desencadenó un desplome de las ventas de las empresas y la acumulación de sus inventarios sin vender.

Los primeros datos estadísticos publicados en abril y mayo resultaron devastadores: (todas las cifras son negativas) caída de la industria en marzo, 21 por ciento; construcción, 42 por ciento; ventas de supermercados, 11 por ciento en febrero; importaciones primer trimestre, 24 por ciento interanual; recaudación tributaria en abril, 19 por ciento, más un derrumbe inédito de la actividad productiva, que llevó todos los registros de actividad a niveles de la pandemia, peores que la crisis de 2001.

En el granero del mundo, subraya el análisis, las empresas alimenticias están reduciendo la producción a pesar de que hay hambre. Las empresas Bimbo, El Noble, San Martin del Tabacal, Arrebeef Frigorífico, Pepsico y Danone están ajustando sus plantillas despidiendo o suspendiendo a casi 400 trabajadores a los que se suma una enorme pérdida de más de 10 mil puestos perdidos en las empresas pesqueras de la Patagonia.

Prácticamente todas las fábricas de autos y material de transporte están reduciendo el personal; en el sector de la construcción, observamos que donde antes había obras, ahora hay despidos; las suspensiones y ceses en el sector de la industria siderúrgica no se limitan al caso de Acindar (Arcelor); lo mismo en la industria textil y del calzado, comunicaciones e información; industria de la madera, muebles y colchones; minería y energía; fabricantes de neumáticos, petroquímica y plástico; sanatorios, hotelería, colegios, seguridad privada, transporte, suministro de agua, gas y electricidad. “En todos los sectores y en todos lados se está produciendo este fenómeno (…), que no afecta a una región o provincia en particular sino a todo el país, algo característico de las crisis”.

El análisis puntualiza: como si fuera poco el haberles arrebatado ingresos a las familias, bajándolas de pobres a indigentes, de clase media a baja y de media-alta a media, la angustia social crece con la posibilidad de perder el empleo. Definitivamente, si hay algo peor que ganar poco, es no ganar nada. El nuevo gobierno es el Rey Sadim, quien todo lo que toca lo destruye. El final ya está escrito y es el mismo que se encontrará en los libros de historia de los años 90.

Las rebanadas del pastel

Pero qué necesidad, diría Juanga. ¿Más basura tricolor? (Alejandra del Moral, que pregona Morena es el cambio que destruye) ¿Más chapulines impresentables con larga cola de corrupción? ¿En serio aporta algo al proyecto de Claudia Sheinbaum? Es tiempo de mujeres y transformación, dice la candidata. Sí, pero ¿con cartuchos quemados?

Twitter: @cafevega

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