¿Por qué votar el próximo domingo?
Después de escuchar a quienes buscan el poder, de ser testigos de la guerra de insultos, de ignorar casi por completo la orientación política de casi todos los liderazgos, de las traiciones, del poco o nulo respeto que se tiene hacia la ciudadanía, uno vuelve a la pregunta: ¿por qué votar?
Sin duda llegamos a un momento en el país en el que los políticos, casi todos, han abandonado las causas primeras por las que lucharon y ahora encuentran en el oficio solamente una forma de movilidad social, cuando menos.
Así, deberíamos decir de todas formas, que el trabajo político desalienta, que los representantes de los partidos alejan al ciudadano de las urnas, que los discursos desorientan y, en fin, que casi no hay motivos políticos por los que el ciudadano ejerza su voluntad de voto.
No obstante, el sufragio es la manifestación más cercana, o única, a la igualdad tan llevada y traída por los amantes de la democracia. Al momento del voto, por más contaminados que estemos, nos hallamos en iguales circunstancias y nuestra elección responde a la libertad de nuestro albedrío. Es ese sólo momento, ningún otro.
El neoliberalismo convirtió la política en un mercado, por eso aquello de que lo que se compra en ese mismo mercado siempre será barato. La idea era hacer de los partidos una comunidad de seres corruptos, sin ideología, marcados por ambiciones muy alejadas de los bienes que da, por ejemplo, la creación de leyes en beneficio de la mayoría, esa era la misión y eso es lo que tenemos frente a nuestros ojos.
Pero la única forma de cambiar esa realidad es salir a votar. No es sólo darle legitimidad a nuestros representantes, también es hacer uso de la facultad de delinear un futuro diferente para todos.
En el caso de la derecha, legitimar a un mandatario es lo de menos. Para ellos, hasta el sexenio pasado, un presidente o cualquier otro servidor público sólo era el administrador de los intereses, por ejemplo, de las grandes trasnacionales; el gobierno era del mercado.
Por eso la izquierda debe estar muy definida, sin lastres como Corral, el ex gobernador; como Ricardo Monreal o como otros personajes que se han clavado hoy en Morena para seguir viviendo del presupuesto.
Ningún otro instrumento de paz nos puede ofrecer la posibilidad de cambio, de transformación, como el voto. Por eso, porque esto aún no acaba, porque hacen falta definiciones políticas y económicas que le den un rumbo claro al país, por eso hay que salir a votar el próximo domingo.
La derecha no está comprometida con el sufragio por más que invite a la población. No le importa quien gobierne si tiene la posibilidad de corromperlo, por eso hoy tiene grandes preocupaciones.
La posibilidad de someter a la descomposición a quien se haga cargo del gobierno se volvió nula, cuando menos en las más altas esferas de gobierno, es decir, donde se toman las decisiones que a ellos les afectan.
Pese a todo, es de la mayor importancia salir a votar el domingo que viene. No se trata de juegos fatuos; como nunca, se juegan la independencia, la soberanía, la identidad nacional y la justicia en todos sus órdenes. Usted escoja.
De pasadita
Tal vez porque se considera un territorio perdido, tal vez porque no han encontrado la forma, pero lo cierto es que nada o muy poca ayuda ha tenido la candidata Lety Varela a la alcaldía de Benito Juárez, donde si llegara a triunfar ese logro no se lo debería a Morena. Por cierto, dicen con mucha fuerza que Morena perderá Iztacalco. ¿Será?