Ahora, estimables lectores, ustedes pueden (y deben) intervenir, con sus conocimientos y experiencias, en la plataforma
de la página web, sin pudores por más atrevidas que sean sus intervenciones. Se acabó la predicación en el desierto, es hora de tomar las banderas, los principios científicos y las tradiciones que por algo mantuvieron crecientes poblaciones saludables a lo largo de milenios en Mesoamérica (y en el Oriente Extremo y en el cinturón Ecuatorial del planeta) con sus respectivos métodos de policultivos.
Afirmo que es nuestra obligación luchar por esta causa, entre otras que surjan para colaborar desde nuestros lugares por pequeños y humildes que se nos aparezcan, con una convicción que no proviene de discursos, sino de hechos reales, constatables en la historia y verificables en nuestra experiencia personal. Luchar por la readopción de las milpas en la República Mexicana, con perspectivas y recursos actuales e históricos, que no desaparecieron por sí solos o por caducidad, sino que fueron extinguidos paulatinamente por la imposición de los monocultivos y su discurso aparentemente científico, pero en realidad ideológico, dentro del razonamiento de la utilidad monetaria e ignorando la necesidad humana.
El Presidente saliente tuvo que reconstruir una sociedad degradada humana y emocionalmente, pero aún falta, aunque lo central es que ya podemos confiar en que una nueva política de concesión de tierras comunales (contra las privadas) y estímulos necesarios para recuperar la fertilidad sana de los suelos, con seguridad para el trabajo y respeto para las organizaciones laborales, familiares y comunitarias, regresaría a nuestras tierras la población que nos falta y sufre emocionalmente por una migración indeseada y obligada durante los regímenes políticos que precedieron al presente. Pero es una labor de muchos; por ello, invito a contactarnos en la página de la cruzada por la milpa que justamente se hizo con la intención de enriquecer los planteamientos con sus colaboraciones propositivas e inteligentes. Afinar, con proyectos realizables en lo inmediato, siempre apoyados en las personas que conocen la práctica de las milpas, quienes imaginamos, pero no tenemos la experiencia y nos domina aún el coloniaje mental –como diría el gran maestro Enrique Dussel– para apoyar las reformas legales y modos de participar en los proyectos nacionales con esquemas que puedan aplicarse en la realidad de nuestro país. Sobrevalorada la cultura del desarrollo tecnológico, la concentración de la propiedad y del capital sólo ha resultado en el empobrecimiento de la inmensa mayoría de las poblaciones, cuyo último deseo es migrar a inexistentes tierras prometidas
, con una consecuente pérdida de biodiversidad en sus tierras de origen debido al deterioro de los suelos, del agua y el clima.
Se trata de una cruzada nacional que no sólo concierne a los trabajadores del campo sobrevivientes en México y dependientes de remesas de quienes debieron sacrificar sus lazos sociales para enviar dinero a sus familiares más débiles, y todavía más debilitados porque con el dinero recibido compran los comestibles (que no alimentos) producidos por las industrias extranjeras en nuestro suelo.
Nuestro Presidente López Obrador, pese a su infatigable lucha por sacar al país de su pobreza y violencia, no pudo ya romper el círculo vicioso que encierra el artículo 4 constitucional, cuando se le quita sentido a la frase sobre la alimentación suficiente, sana, de buena calidad y de acuerdo a la propia cultura, dejándole sólo la suficiencia, porque el Presidente no se atrevió o no pudo propiciar el regreso de los policultivos aunados a su premisa esencial, que es la comunidad usufructuaria a título de poseedores de la tierra, que son a la vez trabajadores, consumidores y mercaderes de la sobreproducción campesina y artesanal que deriva de los alimentos. Estamos seguras de que la próxima Presidencia será sensible a nuestra propuesta, de ustedes y especialistas de larga data, contemos los unos con las otras y todos con todos.