Ciudad de México. La junta de gobierno del Banco de México (BdeM) coincidió en que el proceso desinflacionario que enfrenta el país luce complejo y no está exento de dificultades, sumado a que presenta un balance de riesgos deteriorado producto de presiones internas por algunos factores como menor crecimiento económico, aumento del gasto público, alzas significativas al salario y un mercado laboral apretado.
Al revelar las minutas de la pasada reunión de política monetaria en la que decidió mantener en 11 por ciento la tasa de interés de referencia después de que previamente la había bajado en un cuarto de punto, el instituto central enfatizó en que esta situación no es exclusiva de México, pues la mayoría de los países emergentes presenta persistencia de la inflación en niveles elevados.
A escala mundial, señalaron los miembros de la junta de gobierno, la presión sobre la inflación general es producto de alzas en los precios energéticos y en el sector de servicios.
En el caso particular de México, un miembro de la junta de gobierno señaló (las minutas no identifican por nombre a quién hace el comentario) resaltó que pese a que la inflación general se mantiene lejos del máximo 8.70 por ciento alcanzado en agosto de 2022, desde octubre pasado se interrumpió la trayectoria a la baja, lo que significa que el proceso desinflacionario del país ha perdido fuerza.
La mayoría de los miembros destacó que la inflación de servicios ha persistido en niveles elevados sin presentar un punto de inflexión a la baja. Mientras algunos externaron preocupación ante este comportamiento, uno notó que, si bien los datos apuntan hacia una moderación, su trayectoria ha estado por encima de lo previsto, permanecido por encima del 5 por ciento a pesar del apretamiento monetario.
Ante este contexto, uno de los integrantes señaló que persisten retos y riesgos que ameritan continuar con un manejo prudente de la política monetaria, al tiempo que resaltó la expectativa de que los efectos de los choques incidan sobre la inflación por más tiempo que lo anteriormente previsto.
Otro miembros resaltó que aunque complicado, el entorno económico es menos complejo ahora que en 2022 y principios de 2023, por lo tanto ahora es posible evaluar reunión tra reunión la posibilidad de recortar la tasa de referencia (aquella que determina el costo al que se financian empresas y familias) dependiendo del entorno inflacionario; sin embargo, futuras reducciones deben ser graduales ante la persistencia de la inflación en los servicios.
Por ese motivo, continuó, la pausa en la disminución del nivel de la tasa de referencia de la reunión de política monetaria pasada fue apropiada, dado que permite que las decisiones se tomen dependiendo el panorama inflacionario.
Otro miembro expresó que es válido reconocer el camino recorrido en el proceso desinflacionario, gracias a una política monetaria sólida, oportuna y eficaz. No obstante, destacó retos que se enfrentarán en 2025 en la sincronización de las políticas fiscal y monetaria, puesto que la expectativa del descenso de la inflación está sujeta al cumplimiento de la reducción de los requerimientos financieros del sector público en 2.9 puntos del PIB en un solo año que, de no materializarse, generaría que las presiones en la demanda agregada y en los mercados de deuda pudieran ser mayores a las previstas.
Asimismo, señaló que la disminución de la tasa en la decisión de marzo fue prematura y ha implicado un costo social, al tener que extender por más tiempo la restricción monetaria.