Ciudad de México. Investigadores del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía y de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) realizaron un estudio que demostró que el trasplante de neuronas dopaminérgicas derivadas de células troncales embrionarias humanas mejora la salud de monos vervets (Cercopithecus aethiops) con Parkinson.
Aurelio Campos Romo, doctor en ciencia biomédicas por la Facultad de Medicina de la UNAM, explicó que la enfermedad de Parkinson, descrita por primera vez hace 200 años, es una patología que causa trastornos motores, mentales y del sueño, entre otros.
Los síntomas de la enfermedad se presentan en personas entre 40 y 50 años, y aunque no se conocen las causas exactas de su origen, se ha asociado con el envejecimiento, con mutaciones genéticas y con la exposición a químicos como pesticidas.
Es una patología neurodegenerativa, que provoca la muerte de neuronas dopaminérgicas y es progresiva. Se manifiesta con síntomas evidentes cuando 80 por ciento de las neuronas han muerto
, explicó el experto.
Durante la presentación del proyecto Transplante de neuronas dopaminérgicas derivadas de células troncales embrionarias humanas en un modelo de enfermedad de Parkinson en primates no humanos en la Facultad de Medicina de la UNAM, detalló que para tratar esa enfermedad se han aplicado varias acciones, desde la atención farmacológica hasta la estimulación cerebral profunda.
Aunque con esos tratamientos se tienen mejoras, sobre todo en pacientes jóvenes, no se detiene la la enfermedad: las neuronas continúan muriendo
, destacó.
Campos Romo prueba el implante de neuronas dopaminérgicas en monos vervets a los que se les indujo Parkinson.
El científico, con un posdoctorado en el Instituto de Fisiología Celular por la UNAM, agregó que muchos estudios de esta naturaleza se han realizado en roedores, pero el equipo de científicos con el que trabaja lo prueba en modelos primates (monos vervets, Cercopithecus aethiops), previo registro en el Instituto Nacional de Neurología y la Facultad de Medicina, además de ser evaluado y aceptado por las Comisiones de Investigación Bioética.
Añadió que a los ejemplares, a los cuales se les indujo el Parkinson a partir de un subproducto de la síntesis de heroína, se les hicieron evaluaciones basales antes y después de provocar la enfermedad.
Cómo evaluar a los primates, uno de los retos
En la investigación tuvieron varios retos; uno fue determinar cómo se evaluaría la conducta motora de un primate, pues en el caso de las personas, por ejemplo, un especialista en el Instituto de Neurología atiende a alrededor de 10 o 15 pacientes diarios, lo que le da mucha experiencia para evaluar qué tan avanzada está la patología, pero con los primates no se tiene la misma experiencia; son muy pocas las personas que trabajan con estos animales y menos las que lo hacen con este modelo
.
El equipo de investigación elaboró un esquema cuantitativo para evaluar las deficiencias motoras de los primates a partir del tiempo de desplazamiento, con el fin de que tomara una recompensa con la mano y la llevara a la boca.
Después de un protocolo minucioso para obtener neuronas dopaminérgicas derivadas de células troncales embrionarias humanas, se les trasplantaron a los monos en ciertas coordenadas precisas del putamen, estructura situada en el centro del cerebro.
Evaluación motora
Una vez que los ejemplares se recuperaron de la cirugía, el equipo de investigación hizo una evaluación motora. Observó que “cuatro meses después de la operación, si bien no se restablecieron a cien por ciento, mostraron mejoras en el desplazamiento.
Diez meses después de la cirugía, el efecto en la conducta motora permanece; es decir, todavía el animal se puede mover de manera bastante eficiente, no como un ejemplar sano, pero sí tiene una mejoría respecto de su situación antes del trasplante.
El estudio muestra que a los 10 meses, las neuronas dopaminérgicas derivadas de células troncales embrionarias humanas sobreviven en el putamen de primates no humanos, y que su presencia se asocia con una mejora significativa en el desempeño motor, en comparación con los datos de los mismos animales antes del trasplante.
“No es magia, no me atrevería a decir: ‘ya lo logramos’, pero estamos teniendo resultados interesantes que nos acercan al tratamiento de esta patología tan prevalente como catastrófica”, concluyó.