Dentro de 14 días contaremos con información, esperamos muy confiable, para reflexionar libres de los llamados tiempos electorales y, con la suspensión o virtual estancamiento de la violencia que está asolando a vastas regiones del país y que ha estado asociada a las disputas de los grupos del crimen organizado , no sólo por el territorio físico, sino también por las negociaciones políticas con futuras autoridades. Ello está detrás de las muy numerosas renuncias de aspirantes a candidaturas o el asesinato, tanto de algunos de ellos como de integrantes de sus equipos de campaña. En ese proceso hay víctimas ajenas afectadas por los enfrentamientos. Todo ello con investigaciones ministeriales y judiciales en el limbo.
La propuesta de reflexión parte, en primer lugar, de diagnosticar un ejercicio ciudadano que no está sólo asociado al derecho a votar y ser votado, el cual depende de una decisión individual y voluntaria, que debería ser libre esencialmente , cuestión que entraña la consideración de la dimensión del abstencionismo y su relación con el éxito o en su caso fracaso del infaltable llamado al voto útil. La muy desafortunada opinión de la candidata puntera, en el sentido de que para la elección presidencial lo que faltaba era “un mero trámite” traducción del dicho popular muy mencionado en medios y redes partidarias: “este arroz ya se coció”, para ese tercer día del próximo mes, muy probablemente tendrá respaldo formal , en todo caso quedará como signo de la cultura de la clase política, de ninguna manera como expresión ciudadana.
Y aquí vale contrastar al comportamiento ciudadano urbano y al de regiones rurales, frecuentemente indígenas, cuyo ejercicio político individual está con mucha frecuencia ligado a una decisión colectiva, la cual incluye no sólo votar y por quién, sino también en su caso la de no votar. Coloco dos ejemplos relacionados con el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas en la elección de 1988: vino a un evento de su campaña en la Ciudad de México un amigo zapoteco y comentó que a pesar de tener simpatía la decisión era de la comunidad, pues el partido opositor revisaba como votó cada comunidad y dependiendo de ello pasaba factura. Tres semanas después de las elecciones fui a una comunidad indígena en Guerrero y se acercó a mí una mujer muy mayor encorvada y con dificultad levantó su cabeza y me preguntó: “¿Quién ganó?” Le respondí: “Dicen que Carlos Salinas”. Molesta, me dijo: “¿Por qué si todos votamos por Cárdenas?” Dejo ese telón de fondo para la reflexión inevitable: ¿alcanzará sólo el impacto del programa de becas y el de los megaproyectos en curso para favorecer al partido que hoy gobierna el país y sus aliados? Más aún: ¿alcanzará para lograr el carro completo que promueve el partido en el poder, especialmente para el Congreso de la Unión? Porque resulta que el peso real incluso histórico del liderazgo del Presidente de la República no es transferible a voluntad ni en automático para las elecciones de todo el país para gobernadores, diputados y senadores para el Congreso de la Unión, legislaturas estatales, en su caso presidencias municipales.
Otro de los factores que tendrá sin duda impacto en la elección del 2 de junio próximo, es el del comportamiento de los jóvenes, que de pronto han adquirido protagonismo discursivo y en uno de los partidos, el candidato le ha dado prioridad. Difundieron con cierto triunfalismo el resultado de una encuesta en universidades y el resultado a favor de una de las candidatas, la del trámite. Habría que detenernos en las cifras y en la proporción de las mismas en torno a la población nacional de jóvenes, por cierto, no todos universitarios. Algunos de los jóvenes que me ha tocado escuchar se refieren al tema con evidente desconfianza; inclusqo han dicho: “No sabemos adónde iría nuestro voto, cómo lo usarán y se han preguntado si estarían o no dispuestos a venderlo”. Nada para afirmarlo como conclusión general, si acaso como dato indicativo y menos aún sobre quienes sí participan de programas como Jóvenes Construyendo el Futuro y tampoco sobre la dimensión del reclutamiento forzoso del crimen organizado, o consentido pero oculto y obviamente negado. Sin duda será crucial analizar cifras sobre participación de este sector. En el caso del relativo a adultos mayores que reciben el apoyo económico, pareciera evidente que están a favor de la opción de la llamada continuidad del gobierno actual entre el agradecimiento auténtico o el temor de que desaparezca el incentivo. Por otra parte, habrá que contrastar el mapeo logrado con cada una de las entidades de la República, sin olvidar el tema urgente e inevitable del impacto de la inseguridad y la violencia, en unas regiones más que en otras, pero en ninguna ajena a la misma. No estaría demás acompañar al mantra de la continuidad con el cuento de Augusto Monterroso: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”.