Shenzhen. Miles de sensores, cámaras y teléfonos móviles conforman el tejido de una ciudad que hace 40 años era un pueblo pesquero y ahora está encaminado a desarrollarse como la primera Zona Económica Especial de China. Los datos –desde su recolección, almacenamiento y uso para cimentar la nueva economía digital– son el eje sobre el que se construye esta metrópoli costera que se ubica en los primeros sitios de las clasificaciones internacionales de ciudades inteligentes
.
El big data, la tecnología 5G y la inteligencia artificial son ya parte de lo cotidiano en esta urbe. Shenzhen –cuna de algunas de las tecnológicas más poderosas de China, como Huawei, Tencent y ZTE– vive de uno de sus principales productos de exportación: la industria digital aplicada a diversas actividades, desde drones mensajeros y taxis autónomos que dan servicio en zonas específicas de la ciudad hasta la administración de los servicios públicos.
El distrito de Longgang, un centro de mando –concebido como el cerebro
de la ciudad– recibe en tiempo real información sobre goteras en tuberías, depósitos de basura que necesitan ser vaciados, condiciones del tránsito y alertas de seguridad; incluso actualiza indicadores, como la tasa de crecimiento de la economía, el número de habitantes y su PIB per cápita.
De acuerdo con Huawei, su solución Smart City, implementada por Longgang, permite la detección inteligente, la recopilación de datos, su almacenamiento en la nube y su extracción en profundidad, lo que facilita avanzar hacia una vigilancia policial basada en inteligencia, lo que ha reducido la tasa de criminalidad en 28 por ciento
. Qué tan invasiva es esta observación permanente, es un tema que se rehúsa responder.
Para alimentar el cerebro
de Longgang también se cuenta con aplicaciones desde las cuáles los ciudadanos pueden avisar de algún problema, explica un trabajador de Huawei, la compañía que brinda el servicio de almacenamiento en la nube de la enorme cantidad de datos que resulta de la gestión pública en este distrito, donde habita cerca de un tercio de la población total de Shenzhen.
Al margen de su papel como laboratorio digital en el Silicon Valley de China
, Longgang se ha convertido en la pauta para un mercado en desarrollo: la industria de las ciudades inteligentes, actualmente un modelo que se impulsa en 700 metrópolis del mundo, prácticamente la mitad de ellas en el país asiático.
De acuerdo con previsiones realizadas por Statista, la facturación mundial generada por las tecnologías, productos y servicios para ciudades inteligentes podría rebasar 135 mil millones de dólares en 2026. Este segmento incluye no sólo las infraestructuras necesarias, sino también el resto de los elementos requeridos para poder disfrutar de ellas
, explica la plataforma de datos.
La construcción de las ciudades inteligentes pasa por infraestructura física (cámaras, sensores, antenas, tarjetas gráficas y de procesamiento), que se enlaza por medio del big data, el 5G, el internet de las cosas –que implica la detección en tiempo real de los componentes de la ciudad–, la computación en la nube y la integración de información geográfica espacial.
En el ensayo de Longgang hay una cooperación entre el gobierno y las empresas de tecnología. Sin embargo, las ciudades inteligentes son la principal apuesta de la digitalización.
De acuerdo con la Organización de Naciones Unidas, la finalidad es que la tecnología sirva como herramienta para optimizar los servicios públicos e impulsar la economía, al tiempo que mejora la calidad de vida de los ciudadanos y protege el ambiente.