Las cuatro partes involucradas consiguieron ciertas porciones de ganancia: en primer lugar, la llamada marea rosa, en específico sus candidatos Gálvez y Taboada, que reanimaron a sus bases y les hicieron parecer que tienen probabilidades de una contienda cerrada con sus contrapartes guindas; luego, los gobiernos federal y capitalino, que lograron negociar el transcurso casi pacífico de una indeseada convivencia placera CNTE-rosa que se preveía muy accidentada e incluso con gran violencia física; también los profesores en plantón, que se convirtieron en piezas de necesaria concertación en una delicada coyuntura y, además, como avanzada de resistencia desde la izquierda social ante una derecha con pretensiones de desbordamiento; y, por último, la propia Sheinbaum, a la que el odio rosa al presidente López Obrador le mantuvo en segundo plano de la metralla y que tendrá el próximo 29 la oportunidad de mostrar más músculo numérico y anímico que el xochitleco de este domingo, cuya culminación sería un debate, tercero y último, con la filopanista hidalguense obligada a tratar de hacer tropezar a la morenista de capilar cola de caballo.
Plaza cuasirrosa (los profes lograron mantener bajo control un espacio que causó hueco en las gráficas aéreas) con bandera airosa en su asta central entre vallas metálicas que serían abatidas por el empuje de grupos de derecha que aprovecharon la oportunidad para soltar cargas de clasismo contra los miembros de la CNTE, que les reviraron con enjundia.
Exacerbación clasista de militantes rosas que protestaron por la colocación de una barrera para dividir por la mitad la plaza en disputa sin que les hubieran dicho que esa instalación fue por acuerdo y operación de los propios organizadores de la marcha rosa y que dichas vallas son propiedad de la empresa contratada por los organizadores; ni el Gobierno de la Ciudad ni el gobierno de México colocaron dicha valla
, según precisó Ricardo Ruiz Suárez, secretario general de Gobierno.
Xóchitl discursiva sin dar realmente la cara en tomas videográficas de la casa (Claudio X. llevó al equipo de producción) que mantuvieron el tiro de las cámaras a la distancia, sin permitir ver la gesticulación y, sobre todo, si hubo algún artificio tecnológico para que la candidata dijera todo de corrido y sin errores notables. Frases elaboradas por su equipo de campaña, pensadas para simular distancia de sus captores partidistas e irrigar expectativas de florecimientos democráticos y administrativos.
Otros oradores: Santiago Taboada, en el modo cínico ya conocido, tratando de centrar en la elección chilanga las mayores expectativas de triunfo. Y dos botones de fuerte muestra partidista, disfrazados de sociedad civil
que en ese carácter discursearon: Guadalupe Acosta Naranjo, de larga trayectoria en el PRD (ex diputado local y federal; llegó a presidente nacional interino del sol azteca), y Ana Lucía Medina, de historial panista (diputada local en Michoacán, cercana a Luisa María Calderón y a Marko Cortés).
Respecto al tercer debate entre aspirantes a la Presidencia de la República, a la hora de cerrar esta columna (9 pm) transcurría con Xóchitl Gálvez buscando por diversas vías sacar de su condición distante a Claudia Sheinbaum, quien expresamente no cayó en provocaciones. En la siguiente entrega de esta columna se comentará lo sucedido en el último asomo de polémica antes de las elecciones.
Y, mientras la embajadora de España en Argentina es llamada a Madrid para consultas sin fecha de regreso programada (lo cual podría ser el preámbulo de una ruptura de relaciones diplomáticas si no hay disculpas), luego de que el presidente Javier Milei estuvo en la capital hispana para participar en una reunión de ultraderecha internacional convocada por Vox, en la que el libertario sudamericano llamó corrupta
a la esposa de Pedro Sánchez, el presidente del gobierno español, ¡hasta mañana!
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