Con poco más de 80 mil habitantes, recibe al año más de medio millón de viajeros que pretenden ver con sus propios ojos la famosa torre y constatar que efectivamente la inclinación al costado derecho al pararse frente a ella es real.
La torre de Pisa se encuentra en una enorme área amurallada que supera 8 hectáreas y media. Ostenta el nombre de Piazza dei Miracoli, Plaza de los Milagros, que en 1987 fue declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad y considerada uno de los más espectaculares espacios de arte medieval del mundo.
La dimensión rebasa lo imaginado por el visitante, algunas áreas de esta enorme plaza se encuentran pavimentadas, mientras otras son de césped. Infinidad de negocios con artículos para los turistas la rodean: reproducciones de la torre inclinada en diversos materiales y dimensiones predominan entre la oferta de artículos para llevar a casa como recuerdo.
Aunque la torre inclinada es tal vez la construcción más fotografiada, en realidad este complejo medieval consta de cuatro partes; la catedral o duomo, el baptisterio, que es una capilla dedicada a San Juan Bautista destinada a la administración del bautismo; la torre, que cumple la función de campanario, y el campo santo, un edificio que contiene cientos de lápidas y en sus muros el testimonio del trabajo de famosos artistas italianos. Las fachadas de mármol blanco de la plaza imprimen una especial belleza.
La torre fue construida para cumplir la función de campanario de la catedral. Corría 1173 cuando se iniciaron los trabajos y ya desde entonces la inclinación comenzó a hacerse visible.
El subsuelo de esa región es relativamente blando, incluso pantanoso. Esto provocó que su conclusión se pospusiera de tal manera que hasta 1399 oficialmente se dio por terminada.
Su altura es de 55 metros y su ángulo de inclinación ha variado con los años. De hecho, estuvo cerrada al público en 1990 por más de una década, pues se temía que cayera.
Cuenta con ocho plantas, cada una de las cuales está sostenida por 15 columnas que son características de la región de la Toscana. El interior no está iluminado y son 297 escalones de una escalera en forma de espiral que lleva hasta el campanario. Ocho campanas se hallan en el octavo piso, alcanzando el punto más alto, desde ahí se vislumbra la belleza del valle donde se encuentra la ciudad con sus característicos techos color terracota.
Ascender y sobre todo descender lentamente es recomendable. La torre no cuenta con facilidades para personas con alguna discapacidad física.
Una considerable dosis de paciencia es también recomendada, pues sólo se permite el ascenso de 30 personas por vez.
Alia Lira Hartmann, corresponsal