Pekín. Con el supuesto propósito de mejorar el futuro económico y la seguridad nacional de Estados Unidos, Washington lanzó esta semana una nueva ronda de guerra arancelaria contra los productos chinos, que según expertos y conocedores de la industria, en realidad debilitará la capacidad de recuperación económica del país norteamericano y podría incluso poner en peligro vidas estadunidenses.
Una vez en tierra, no reces más
De entre más de una docena de categorías de productos chinos recientemente atacados, con un valor agregado de 18 mil millones de dólares, sobresalen los suministros médicos, que llegaron a ser muy necesarios en la batalla estadunidense contra el covid-19 pero se enfrentan este año a ajustes arancelarios irrazonablemente elevados, a pesar de un descenso significativo de sus ventas a la mayor economía del mundo.
“Esta ronda de aumentos de aranceles de Estados Unidos ha sido una represalia y no tiene sentido”, declaró a Xinhua Wang Jie, directora de un importante fabricante de suministros médicos de la provincia central china de Hubei.
China el mayor proveedor a EU de productos de prevención de epidemias
China ha sido el mayor proveedor de productos de prevención de epidemias a Estados Unidos. Entre enero y octubre de 2020, este último importó materiales para tal prevención procedentes de China por valor de 11 mil cien millones de dólares, lo que representó 67 por ciento de sus importaciones totales de este tipo de bienes.
Entre ellos, las importaciones de mascarillas faciales chinas alcanzaron 6 mil 300 millones de dólares, lo que significó el 85 por ciento de sus importaciones totales de estos artículos, como lo informó la Oficina de Textiles y Confecciones del Departamento de Comercio estadunidense.
Si en ese momento se hubiera impuesto el nuevo tipo arancelario adicional, que pasaría de 0-7.5 por ciento a 25 por ciento para las mascarillas, los estadunidenses habrían tenido que pagar una factura extra de al menos mil cien millones de dólares en su gasto en implementos de protección individual.
En abril de 2020, en el punto álgido de la lucha mundial contra el covid-19, el gobierno de Estados Unidos prohibió las exportaciones de respiradores, mascarillas y guantes, todos considerados como “materiales escasos y amenazados”. Con frecuencia se reportaron retenciones de exportaciones en aeropuertos y aduanas, lo que provocó protestas en otros países.
Wang recordó que su empresa, especializada en la producción de equipos de protección personal, como mascarillas, trajes de protección y gorros médicos, había trabajado horas extras en aras de satisfacer la creciente demanda de mascarillas para Estados Unidos durante el covid-19.
Peligrosa maniobra arancelaria
Para los fabricantes chinos de mascarillas que se han visto afectados, la medida arancelaria ha mostrado un malintencionado Estados Unidos, que abandona a sus benefactores en cuanto no necesita su ayuda.
“Algunos políticos y empresas estadunidenses creen que China se benefició significativamente de las ventas de mascarillas a lo largo de la pandemia, y se hacen de la vista gorda ante el incremento de los costes debido a las medidas de respuesta de emergencia en ese tiempo”, explicó Wang.
A medida que la pandemia ha ido menguando desde 2021, la empresa ha experimentado un fuerte descenso de los pedidos al extranjero. Actualmente, las mascarillas representan menos del 10 por ciento de sus exportaciones a Estados Unidos.
“El impacto de las tasas arancelarias más altas sobre nuestros productos es mínimo”, afirmó Wang. “En última instancia, los aranceles elevados no los pagará China, sino los importadores y consumidores estadunidenses”.
De acuerdo con observadores, la medida estadunidense ha sido impulsada por el temor de los políticos a la excesiva dependencia del país de la industria china, ya que los fabricantes de mascarillas y guantes médicos con sede en Estados Unidos se han esfumado en gran medida tras su auge durante la pandemia de covid-19.
Según se informó, el gobierno Federal había canalizado mil 200 millones de dólares para ayudar a impulsar la producción nacional de suministros médicos clave como mascarillas y guantes. No obstante, ha sido difícil encontrar clientes nacionales dispuestos a pagar el precio de las alternativas fabricadas en Estados Unidos.
Los fabricantes estadunidenses de mascarillas han estado presionando para obtener ayuda federal con el fin de hacer frente a las enormes existencias que no pueden vender. La Administración Biden aseguró que sus acciones están “cuidadosamente dirigidas a sectores estratégicos” y que “protegerán a los trabajadores y empresas estadunidenses”.
Irónicamente, algunos de los principales clientes estadunidenses de la compañía de Wang ya han protestado ante el gobierno de Estados Unidos, ya que el uso de barreras arancelarias para fortalecer la fabricación nacional ha demostrado ser una medida poco inteligente.
Se trata más bien de una maniobra política, la cual no aborda un desafío real que asfixie el crecimiento industrial en territorio estadunidense. Se necesitan consideraciones serias para eliminar obstáculos profundamente arraigados, desde la persistente deficiencia de la demanda, los altos costos y los modestos beneficios hasta la ausencia de planes a largo plazo que permitan hacer frente a la necesidad de reservas estratégicas para emergencias de salud pública.
Para los observadores, poner barreras arancelarias y utilizar a China como chivo expiatorio de nada servirá a Estados Unidos, ya que tales acciones podrían traducirse en un corte autoinfligido de los suministros chinos ante cualquier crisis futura.
Si se daña la confianza mutua en la cooperación comercial y económica, ¿cómo puede esperar Washington que China vuelva a echar una mano en caso de la reaparición de una epidemia?
Retroceso en la transición ecológica
Otro agujero en la política arancelaria estadunidense se relaciona con su postura imprudente respecto al sector de los vehículos eléctricos, lo cual está frenando su transición ecológica.
Bill Russo, fundador y director ejecutivo de Automobility Limited, una firma de asesoría estratégica e inversiones con sede en Shanghai, manifestó que los muros arancelarios en nada contribuyen a mejorar la competitividad de los fabricantes de automóviles nacionales de Estados Unidos. Peor aún, crean una manta de seguridad y alargan la vida de sus vehículos propulsados por gas.
Como resultado, los bienes producidos en el país norteamericano pueden tener dificultades para competir en los mercados internacionales, lo que en última instancia pone en peligro la longevidad de estas empresas en un panorama ferozmente competitivo, agregó Russo.
“A pesar de todos estos perjuicios, Estados Unidos continúa expandiendo las políticas que los crearon”, comentó a Xinhua Josef Gregory Mahoney, profesor de la Universidad Normal del Este de China.
Su objetivo es incrementar la presión económica sobre China para inducir el descontento popular, frustrar las reformas estructurales del país asiático, empujarlo a una trampa de ingresos medios y entorpecer sus posiciones cada vez más vanguardistas en tecnología e innovación verde, aseguró Mahoney.
El académico no cree que la política arancelaria estadunidense ayudará al país a desarrollar nuevas capacidades de fabricación, porque “lo que ayudó a la industria china de vehículos eléctricos fue hacerla internacionalmente abierta y competitiva”.
La realidad es que los nuevos aranceles son lo más reciente en una sucesión de iniciativas anticomercio, que, en conjunto, están empujando a Estados Unidos aún más por fuera de las normas de los protocolos basados en el libre comercio, sostuvo Ker Gibbs, quien dirigió AmCham Shanghai durante tres administraciones estadounidenses y ahora es ejecutivo residente en la Universidad de San Francisco.
Las prácticas proteccionistas pueden amenazar los intereses comunes de la humanidad, advirtió Qu Fengjie, investigador de la Academia de Investigación Macroeconómica de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma de China.
La solución correcta sería fortalecer la cooperación y los intercambios tecnológicos con la industria china de las nuevas energías y desarrollarse conjuntamente en medio de la competencia y esos intercambios, indicó Qu.
En respuesta a los nuevos aranceles impuestos por Estados Unidos, Wang Jie señaló que su compañía ha estado considerando cómo mejorar la competitividad y la forma de ser indispensable, lo cual contempla aumentar la inversión en investigación y desarrollo.
“No estamos reaccionando pasivamente a los cambios en el entorno empresarial internacional que han sido causados por los virajes políticos, sino que estamos diversificando activamente nuestras opciones. Incluso si los compradores estadunidenses deciden no cooperar con nosotros en el futuro, estamos preparados con planes alternativos”, concluyó Wang.