Aprobada por la mayoría oficialista del Parlamento en Georgia, república ex soviética del Cáucaso del sur, la controvertida ley sobre la transparencia de la influencia extranjera dista de poner fin al conflicto entre gobierno y oposición que produjo la discusión de esta iniciativa legislativa, la cual tuvo como telón de fondo amplias protestas durante más de un mes.
El Sueño Georgiano, el partido creado por el magnate Bidzina Ivanishvili, que amasó su fortuna en Rusia, no es pro ruso
por haberse inspirado en la ley similar que utiliza el Kremlin para excluir de la escena política a sus adversarios, y cuya más reciente enmienda impide que un agente extranjero
pueda ser postulado a cualquier cargo de elección (Georgia todavía no llega a tanto), acusación ad hoc que difunde la oposición para indignar a los jóvenes, los más activos en las protestas.
Esta generación de los nacidos tras disolverse la Unión Soviética en 1991 sólo saben de Rusia que su ejército hizo posible que Georgia perdiera 20 por ciento de su territorio en agosto de 2008 –herida abierta para cualquier georgiano al margen de sus preferencias políticas–, al garantizar la independencia
de Abjasia y Osetia del Sur.
Empero, el rechazo multitudinario a la ley aprobada se debe a que más de 80 por ciento de la población, las encuestas así lo muestran, respaldan el ingreso de Georgia a la Unión Europea y ésta ya advirtió que, en caso de entrar en vigor esta ley, va a congelar su solicitud de adhesión (en diciembre pasado recibió el estatus de país invitado, pero aún no se inician negociaciones), entre otras medidas. Se da por hecho que la presidenta de Georgia, Salomé Zurabishvili, promotora de la integración europea, ejercerá su derecho al veto, que a su vez debe ser superado por la mayoría parlamentaria, abriendo un nuevo capítulo de esta crisis, cuyo desenlace aún está pendiente.
No es la primera vez que un partido gobernante intenta usurpar el poder al restringir la forma de operar de la oposición y la independencia de los medios de comunicación, así como reprimir las protestas pacíficas. El Movimiento Nacional Unido de Mijail Saakashvili, ahora en la oposición y su líder, en prisión, cedió en las urnas el gobierno al Sueño Georgiano.
En las elecciones legislativas de octubre siguiente, podría suceder a la inversa.