La escritora canadiense Alice Munro, premio Nobel de Literatura 2013, falleció el lunes pasado en Ontario, a los 92 años. La familia de la maestra del cuento moderno confirmó el deceso al diario The Globe and Mail.
Munro es la única persona de Canadá que ha recibido el máximo galardón a las letras mundiales. Ese reconocimiento le fue entregado por su maestría en el cuento contemporáneo, según el jurado; además, elogió su sutil narración, que se caracteriza por la claridad y el realismo sicológico.
La escritora Mónica Lavín dijo a La Jornada que es una pena la muerte de Alice Munro, que nos dio a los escritores, a las escritoras, en particular, y a quienes tenemos una fascinación por el cuento, el orgullo de que recibiera el Premio Nobel de Literatura
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Recordó que celebró ese hecho porque la he leído con entusiasmo por su capacidad de ver dentro de los episodios cotidianos, con esa enorme sutileza y fineza para penetrar en lo que está detrás del silencio de muchas acciones
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Lavín destacó que el importante galardón hizo que se leyera a Munro en muchísimos idiomas y enalteció y difundió la enorme provocación de un género que pide la complicidad del lector de una manera muy particular, como es el cuento
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Concluyó que la autora nos hizo saber que la palabra había nacido en Canadá, un país con una literatura muy joven y una identidad cultural mixta, como lo dice Margaret Atwood, con las monjas francesas que llegaron cargando sus diarios y sus pequeñas bitácoras. Un territorio tan agreste, donde la venta de pieles y madera, y el poder comunicarlo a través del ferrocarril, requirió de hombres rudos más ilustrados
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Munro no asistió a recibir el Nobel en 2013, pero en una conversación videograbada con anticipación, sostuvo: “Quiero que mis historias conmuevan a la gente, no me importa si son hombres, mujeres o niños (…) que sientan algún tipo de recompensa por la escritura, y eso no significa que deba tener un final feliz o algo así, sino simplemente que todo lo que cuenta la historia conmueva al lector de tal manera que sienta que es una persona diferente al terminar”.
Nacida el 10 de julio de 1931 en Wingham, en el oeste de la provincia de Ontario, se desenvolvió en una sociedad rural. Su padre, Robert Eric Laidlaw, era un criador de zorros y aves de corral y su madre fue maestra de escuela, según la agencia Afp.
Durante su adolescencia, Alice Munro decidió transformarse en escritora, un camino del que no se desviaría en toda su vida. No tengo ningún otro talento, no soy una intelectual y me desempeño mal como ama de casa. Nada podría venir a perturbar lo que yo hago
, indicó hace años.
En 1994, en entrevista con The Paris Review, Alice Ann Laidlaw, conocida como Alice Munro, recordó: estuve escribiendo desesperadamente todo el tiempo que estuve embarazada porque pensaba que nunca podría escribir después. Cada embarazo me impulsaba a hacer algo grande antes de que naciera el bebé. En realidad, no hice nada importante
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El rotativo británico The Guardian reportó que para su colega y compatriota Margaret Atwood, Munro fue una de las principales escritoras de ficción inglesa de nuestro tiempo
; a su vez, el novelista Salman Rushdie la elogió como una maestra de la forma
, mientras Jonathan Franzen consignó alguna vez que ella es una del puñado de escritores, algunos vivos, la mayoría muertos, a los que tengo en mente cuando digo que la ficción es mi religión
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Los relatos de Munro aparecieron al principio en revistas como Tamarack Review, Montrealer y Canadian Forum, y de manera paulatina reunió suficientes para una colección que apareció en 1968: Dance of the Happy Shades.
The Guardian reseñó que Munro se convirtió en cronista de la política sexual, el enamoramiento, el engaño y el deseo. Para Margaret Atwood, pocos escritores han explorado estos procesos más a fondo y de forma más despiadada que Munro: manos, sillas, miradas... todo forma parte de un intrincado mapa interior sembrado de alambre de espino y trampas explosivas, y de caminos secretos entre los arbustos
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Algunos de sus libros son Danza de las sombras felices, La vida de las mujeres, ¿Quién te crees que eres?, Las lunas de Júpiter, Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio, Fugitiva, La vista desde Castle Rock, Demasiada felicidad y Querida vida.
Acerca de sus lecturas, Munro confió a The Paris Review: “No me gustaba mucho Faulkner. Me encantaban Eudora Welty, Flannery O’Connor, Katherine Anne Porter, Carson McCullers. Tenía la sensación de que las mujeres podían escribir sobre lo extraño, lo marginal.
“Me encantó Cien años de soledad, pero no se puede imitar. Parece fácil, pero no lo es. Es maravilloso cuando las hormigas se llevan al bebé, cuando la virgen sube al cielo, cuando el patriarca muere y llueven flores. Pero igual de difícil de llevar a cabo e igual de maravillosa es So Long, See You Tomorrow, de William Maxwell, donde el perro es el personaje.”
La escritora mencionó que cualquier vida y entorno pueden ser interesantes y que aunque no conocía la palabra “‘feminismo’, por supuesto que era feminista, porque crecí en una parte de Canadá donde las mujeres podían escribir más fácilmente que los hombres”.
La autora fue operada a corazón abierto en 2001, lo cual hizo que su escritura abordará la enfermedad y la memoria. La colección de relatos Dear Life (Mi vida querida), de 2012, que incluía cuatro textos autobiográficos, fue calificada por Munro como “lo primero y lo último –y lo más cercano– que tengo que decir sobre mi propia vida”.
(Con información de Afp)