Madrid. Las elecciones autonómicas catalanas provocaron una tormenta política. El ex presidente Carles Puigdemont, líder de Junts per Catalunya (JxCat) y segundo lugar en la contienda celebrada antier, anunció ayer que intentará conformar una mayoría para sacar adelante la investidura, a pesar de que los resultados lo hacen muy difícil, ya que necesitaría la abstención del vencedor, el Partido Socialista de Cataluña (PSC) y su candidato Salvador Illa, que ya descartó esa opción.
Además, Pere Aragonés, todavía presidente en funciones, anunció su retiro de la política, con lo que se abre una nueva etapa en su partido, Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), que en estos momentos debate por qué camino seguir ante las presiones de los sectores críticos, más aún cuando tiene la llave de la gobernabilidad.
Puigdemont, quien durante la campaña condicionó su continuidad en la política a recuperar la presidencia del gobierno autonómico, explicó en rueda de prensa desde el sur de Francia que hay opciones de obtener suficientes votos
, al sostener que los 35 diputados de su partido, más 20 de ERC y cuatro de la CUP, sumarían 59 diputados, más de los 48 que suman en conjunto el PSC (42) y Comuns Sumar (seis). De ahí que el ex presidente catalán considere que hay opciones para la investidura con un gobierno de coherencia soberanista y de obediencia catalana
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Después de escuchar la propuesta, desde el comité ejecutivo del PSC se respondió: no apoyaremos una investidura de Puigdemont, porque la mayoría independentista se ha perdido y porque hemos ganado las elecciones tanto en votos como en escaños. Le tiene que quedar muy claro a Puigdemont, aunque nos amenace con el bloqueo del gobierno español
, señaló la vocera del PSC, Núria Parlon.
En las filas socialistas temen que Puigdemont y su partido bloqueen la gobernabilidad de España desde el Congreso de los Diputados, donde el Ejecutivo, presidido por el socialista Pedro Sánchez, necesita de los siete diputados de JxCat para sacar adelante sus iniciativas.
Además, el todavía presidente en funciones de la Generalitat, Pere Aragonés, quien sufrió un severo revés, al pasar en sólo cuatro años de 33 a 20 diputados y provocar una crisis de grandes proporciones en su formación política, anunció su dimisión de todos los cargos y su retiro de la vida política.
Esta dimisión provocó una crisis interna en ERC, en la que desde el sector crítico se exige la renuncia del presidente del partido, Oriol Junqueras, y un cambio de rumbo en el que no se incluya ni el apoyo a una eventual investidura del socialista Illa ni formar de nuevo un bloque con Puigdemont.
Desde el independentismo también alzó la voz la Asamblea Nacional Catalana, que fue uno de los ejes del proceso de independencia fallido de 2017, que en un comunicado externó que es necesario volver a activar la mayoría social independentista en los próximos meses
y exige a Junts, ERC y la CUP que no den ningún voto ni abstención
al PSC y los acusó de que han desactivado de forma deliberada el proceso hacia la independencia
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