Decir solamente que esta vez se pasaron sería quedarnos muy cortos frente al tamaño de la agresión, y es que el ataque de ayer a Palacio Nacional, o más claro, al gobierno de Andrés Manuel López Obrador, fue un intento más por buscar una respuesta violenta que sirva, a unos días de los comicios, para tratar de cambiar el resultado de una elección de la que ya se ha dicho todo.
No fue la primera embestida, hay historia en estos hechos, pero ayer 25 policías resultaron heridos. Así pues, no se trató, por más que se fuerce la historia, de una protesta más de los familiares y alumnos de los 43 de Ayotzinapa, fue un ataque a Palacio Nacional y a López Obrador, por el que no quisieron votar influenciados por los envueltos en pasamontañas.
Hay datos que llaman la atención. ¿Por qué ir sobre Palacio Nacional y dar como argumento del ataque la decisión de un juez que dejó en libertad a un grupo de militares confesos de sus crímenes en contra de los 43 estudiantes y ni siquiera voltear a la Suprema Corte que se encuentra al pasar la calle? Por eso no cabe el argumento. Los maestros seguramente saben y han enseñado a sus alumnos cuán grande es la diferencia entre el Poder Judicial y el Ejecutivo, y cómo los jueces rechazan continuamente, casi en automático, cualquier propuesta que provenga de López Obrador o su gobierno.
Aún así, la provocación no titubeó, no hubo dudas ni confusiones; fue contra Palacio Nacional. Y es que, además, la verdadera intención no suponía una protesta por la tardanza en la prometida reunión de los padres de los 43, sus abogados y el Presidente.
Otras eran las demandas. Para los estudiantes de la normal rural su actuar está aprobado por miembros de un comité cuyos miembros son electos por el estudiantado. El comité que ahora está al mando, según se dice, es mucho más agresivo que el anterior y corre la versión de que ahí convergen miembros del sindicato de telefonistas y de la CNTE, entre otros, y hasta se dice que lo ha copado la delincuencia organizada.
Todo eso no está probado, por más que los rumores quieran darlo por cierto. Lo que sí tiene pruebas es que las demandas de los supuestos representantes de quienes atacaron la jubilación con incentivos para maestros de educación básica de Guerrero, con el fin de asegurar la prestación a quienes egresan de la normal el próximo noviembre, cosa que no está mal y sugirieron ante la autoridad que la respuesta provenga de la Secretaría de Hacienda. Así que la protesta nada o muy poco tuvo que ver con los 43 desaparecidos, aunque los usan para justificar sus acciones.
Pero además está el ataque. Ya trataron de quemar una de las puertas de Palacio, también estrellaron una camioneta oficial contra otra de las entradas, y ahora los petardos con saldo de heridos. ¿Qué viene más tarde si no se pone un alto a este asunto? No, no se requiere de armas y represión, se necesita desenmascarar a los malos dirigentes e informar a los estudiantes para que sepan, y no se equivoquen, de quién es la mano que mece la cuna y con qué propósito trabaja. Ya veremos.
De pasadita
Sin mucho problema el PAN acepta, aunque sea en corto, que ha estado detrás de las marchas rosas que se han efectuado en las calles de la ciudad, y aseguran que la convocada para el próximo domingo no es la excepción.
Pero además explican que si la idea es que el evento se contabilice por parte del INE como gasto de campaña, están dispuestos a aceptarlo siempre que se haga lo mismo con la gran convocatoria que se hizo para lanzar la campaña de Claudia Sheinbaum. ¡Qué cosa!