El actual proceso electoral se distingue por exhibir interesantes escenarios de la disputa política que lo convierten, desde ahora, en un modelo excepcional para la historia de los comicios mexicanos.
En primer lugar, la elección presidencial es la menos incierta desde las décadas de 1950 y 60. Está muy clara la definición final. Claudia Sheinbaum candidata de la coalición Morena-PT-PVEM (Sigamos Haciendo Historia), conserva tras 11 meses, la privilegiada posición de llevar de 30 a 40 puntos de diferencia al segundo lugar, que disputan los candidatos de Movimiento Ciudadano y la coalición de PRI-PAN-PRD.
De la disputa por el Congreso federal, el único dilema es si Morena y aliados alcanzan la mayoría absoluta en las cámaras. Quien haya revisado la información pormenorizada sobre estas elecciones difundida por los encargados de organizar los comicios confirmará una realidad palpable de que las alianzas partidarias son la mejor estrategia para vencer al adversario.
De la disputa por el Poder Ejecutivo de nueve entidades sobresalen dos: Tabasco y Chiapas, donde sus ciudadanos ya no tienen intención de votar más por tres partidos políticos: PRI, PAN y PRD.
Del primero hasta el 29 de mayo, en toda la República con excepción de los estados de Durango y Veracruz se presencia la disputa política más intensa de todas: las campañas para la obtención de los cargos de alcaldes. Los ayuntamientos son la joya del federalismo. Son los territorios donde todos los grupos y clases sociales depositan su mayor interés. Son los lugares que dan sentido a la vida política nacional.
Sus procesos son ejemplo de disputas por el poder local. A los habitantes de los municipios no se les engaña. Allí se conocen las debilidades y fortalezas personales de quienes aspiran al cargo. Son los pobladores que a lo largo de la historia conocen los estragos provocados por un régimen. La pobreza, la desigualdad, el autoritarismo, el cacicazgo, el enriquecimiento ilícito de muchos de los aspirantes son fenómenos conocidos y que padecieron por décadas.
En México, por múltiples razones, durante años más que elecciones municipales hubo plebiscitos. Hasta los años 90 la competencia electoral se reducía a algunos territorios. La izquierda opositora enfrentaba la hostilidad del régimen priísta y la derecha sólo prefería participar en los municipios urbanizados y presupuestalmente atractivos. La gran mayoría de los pobladores sufrió los excesos de un partido de Estado (PRI) que impedía la competencia. En algunos sitios se contenía a las oposiciones por la vía de la cooptación (corrupción), el asesinato o la represión.
Tuvieron que transcurrir años para que el territorio municipal ocupe el distingo que la Constitución le concede. En los últimos seis años se han recuperado los principales valores sociales y políticos: el respeto y trabajo para todos. Han sido tomados en cuenta aquellos habitantes de municipios con rezago social e injusticias derivadas de los excesos del viejo presidencialismo y centralismo político. Por supuesto, los programas del bienestar que constitucionalmente ya son obligación del Estado, definirán en una muy buena proporción las votaciones de las mil 802 presidencias municipales en disputa.
Por ejemplo, medio millón de comuneros, ejidatarios y pequeños propietarios mayores de edad que cultivan árboles frutales y maderables en Guerrero, Veracruz, Oaxaca, Tabasco o Chiapas se han convertido en verdaderos ciudadanos. Hoy, no solamente salen de la pobreza extrema creando un número enorme de comercios particulares que fortalecen la economía local, sino que se saben defensores de un ambiente a través de lo que se conoce en el nuevo campo mexicano como Comunidades de Aprendizaje Campesino (CAC).
Las estrategias de los principales contendientes para obtener la mayoría de los ayuntamientos son claras y evidentes. Morena y aliados hacen campaña política a escala territorial y casa por casa, buscando la cercanía con los pobladores y ofreciendo continuar con la reactivación del campo y el mejoramiento social. Del otro lado, los candidatos de PRI-PANPRD que en muchos ayuntamientos no van en alianza se distinguen sólo por lanzar alguna calumnia o ataque, sin propuestas claras. Hacen campañas de ficción como se les empieza a señalar en la prensa local del territorio mexicano. Muchos candidatos de la derecha lo único que están haciendo es grabarse en alguna calle, plaza o con algún ciudadano y difundir su video para con un breve mensaje de infundios distribuirlo en sus redes sociales.
El nuevo sentido de la vida nacional descansa en el trabajo electoral que se desarrolla en los municipios.
*Sociólogo e historiador. Investigador Titular del IISUNAM