La noticia económica en España en los días recientes se ha centrado en la oferta pública de adquisición (OPA) que ha hecho el banco BBVA para hacerse con el banco Sabadell. BBVA es el segundo banco más grande de ese país, con activos totales de 800 mil millones de euros, y Sabadell es el cuarto lugar, con activos de 235 mil millones. En el mercado europeo ocupaban respectivamente en 2023 el lugar 16 y el 38. Como un dato adicional, el banco español más grande es Santander, con activos totales de 1.8 billones de euros, y es el cuarto lugar en Europa, después de HSBC (Reino Unido), con 2.6 billones de euros; BNP Paribas (Francia), 2.5 billones, y Crédit Agricole (Francia), 2.4 billones. Los datos son de S&P Global Market Intelligence. Para tener una idea de las dimensiones relativas de estos bancos, el que ocupaba el lugar 50, el PKO Bank Polski (Polonia), tenía activos de 115 mil millones de euros.
BBVA había ya intentado una operación de compra del banco catalán en 2020 sin lograrlo. Hace unos días volvió a hacerlo con una propuesta de compra al consejo de Sabadell, que la rechazó, pues consideraba que el precio ofrecido por acción era muy bajo y no daba cuenta del valor del banco. Casi inmediatamente BBVA reviró con una OPA hostil, que consiste en una operación que se salta a la dirección y al consejo de Sabadell y apela directamente a los accionistas para que vendan sus acciones. La condición de BBVA es que debe alcanzarse un total de 50.01 por ciento de las acciones para consumar la oferta. El asunto ha generado más fricciones entre las partes, a lo que se han sumado las posiciones del gobierno, del Banco Central de España y del Banco Central Europeo.
Sabadell denunció la operación ante la Comisión Nacional del Mercado de Valores y demandó que BBVA revelara a los accionistas con los que había establecido contacto. La entidad reguladora admitió a estudio los términos legales del procedimiento. El gobierno declaró su rechazo a la operación por razones de estabilidad y concentración en el sistema financiero y afirmó que tiene la “última palabra” en el asunto. Entretanto, el Banco Central Europeo (BCE) apoyó la fusión, en el marco de lo que se describe como favorecer la concentración bancaria con el objetivo de crear “campeones europeos”, así, literalmente, mismos que han de ser tan grandes que puedan contener una caída en el caso de un ciclo económico desfavorable. Esta cuestión es, ciertamente, llamativa luego de las experiencias de crisis financieras recientes y la necesaria intervención que terminan por hacer los gobiernos, como ocurrió en 2008, y cuyas repercusiones se han extendido durante un muy largo periodo en el sistema financiero a escala global. Hay una amplia serie de consideraciones económicas y financieras acerca de esta operación lanzada por BBVA para acrecentar su tamaño y su posición en el mercado. En un comentario en la prensa especializada se considera que esto es parte de una estrategia de parte del banco para equilibrar su estructura, rebajando su asentamiento en los países emergentes y ampliando en cambio su cuota en el mercado local y el europeo. Según publicó la Revista Digital-Expansión (30/2/24): “BBVA México reportó un aumento en sus utilidades de 18 por ciento en 2023… La utilidad de la unidad en México representó 55 por ciento de las ganancias que reportó el banco a nivel global”. De refilón, México se deja entrever como elemento y, al parecer no irrelevante, en este asunto.
Una de las derivaciones de la OPA lanzada por Sabadell es que el banco está asentado en Cataluña y la oferta, conflictiva por naturaleza, se hizo ante las inminentes elecciones al Parlamento que se realizaron el día 12 mayo en un ambiente tenso y de alta significación política local y, también, general en España.
Es llamativa la acepción atribuida al BCE de bancos “campeones”. La estructura de los mercados y la participación de las empresas se mira, entonces, como un torneo en el que se aspira a ser el más grande, el más rentable y, por ello, supuestamente más fuerte y poderoso. Cosa que en el sistema bancario de Suiza ya se puso en entredicho hace poco tiempo. Pero eso no importa cuando se trata de dinero y se piensa que todo lo que existe es fungible. La noción de campeones nacionales tomó un significado particular luego de la crisis financiera de 2008 y en el marco europeo se asocia con el ámbito del regionalismo a escala nacional, como una derivación de la unión bancaria y del proceso de integración europea. Bancos de campeonato es un concepto que, según se desprende de la intención de BBVA de fusionarse con Sabadell, tiene que ver de modo directo con el tamaño; se crea así una identidad entre tamaño y solvencia que, a la luz de la historia financiera tan cercana como la que cubre este siglo, aparece como un argumento bastante discutible.
El ministro de Economía, Comercio y Empresa, Carlos Cuerpo, afirmó que el gobierno tiene la última palabra en este caso. Se aduce que la operación tendrá un efecto negativo sobre el empleo, la inclusión y la estabilidad financiera; que reducirá la competencia en el sector bancario y trastocará las pautas de desarrollo regional. El horizonte es de clara confrontación.
El caso pone por delante la cuestión relativa al tamaño, no sólo como factor decisivo de poder en lo económico, financiero, tecnológico y político, sino igualmente de la supuesta eficiencia y solvencia que acarrea. En la sociedad rige el criterio de que todo tiende a ser grande y mientras más, mejor, con más control y concentración. Un criterio que tiene un obvio impacto en cuestiones materiales, pero que trasciende claramente a otras consideraciones inherentes a la convivencia social, maltrecha, por cierto. Una pregunta, que no es de carácter retórico, queda en el aire: ¿cuánto es suficiente?