Soy quien suscribe esta columna, tengo muy poco pelo y la piel un tanto arrugada, y hoy, a causa de las altas temperaturas, uso pantalones cortos y lentes, pero no vivo en la ciudad que me presentaron ayer los candidatos a gobernarla.
Y en esto de los debates, aunque sus más rabiosos defensores, ahora que les va mal, dicen que los enfrentamientos verbales no cambian la intención del voto de quienes los presencian, el show y el morbo desoyeron la voz de los expertos
y ayer se transmitió a todo el país el último episodio de la confrontación inútil entre los candidatos a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México.
Un elemento sobresaliente pretendió poner el interés perdido en el encuentro que hasta unas horas antes prometía ser más aburrido que un partido de golf trasmitido por radio, por más que los temas seguridad y desarrollo inmobiliario
prometían emociones.
Alessandra Rojo de la Vega, candidata del Prian a la alcaldía de Cuauhtémoc, el corazón de la ciudad, sufrió el sábado por la noche un atentado a balazos, del que salió ilesa, en una de las colonias más difíciles y peligrosas de la capital: Peralvillo. El tema casi pasó inadvertido.
Luego, volvieron a lo mismo. Cada quien daba sus datos, cada uno atacaba y contraatacaba. Como en la primera vez, se prometió con absoluta irresponsabilidad y se plantearon falacias como adornos a una historia imposible.
Personaje de hueso azul, Santiago Tajada hizo uso del cinismo, como sólo ellos, los azules, saben hacerlo, y causó miedo, mucho miedo cuando dijo que iba a construir más viviendas que nunca. Él, involucrado en el llamado cártel inmobiliario
, ¿al mando de la construcción de vivienda? ¡Híjole!
Y también habló de una serie de obras que, como todos sabemos, en el caso de ellos, serían más caras, más tardadas y servirán para que algunos de sus amigos se volvieran más ricos en caso de que se construyeran.
Brugada, como desde el primer encuentro, se metió en un intercambio de golpes con tiros certeros, y si bien recibió algunos, los suyos tocaron no sólo al candidato, sino a todo el PAN, a quienes exhibió como corruptos y mentirosos.
El acto, como en los anteriores, fue de muy baja calidad política y tuvo como mejor político a Salomón Chertorivski, quien aprovechó el pleito entre derecha e izquierda para colar una serie de ideas que no tienen cómo convertirse en realidad, pero que lo hicieron ver como un candidato alejado de la guerra, de los dimes y diretes.
De todas formas, el ejercicio no parece haber construido o desviado la intención del sufragio de nadie o de muy pocos, y es que el resultado del show es tan lamentable que no estaría mal ahorrarnos unos millones y no volver a convocar a una cosa como la que vimos ayer.
Lo más preocupante en todo el ejercicio es que ninguno pudo establecer una línea ideológica clara. Las obras, ¿con qué orientación social?, ¿en qué sentido?, ¿cuál es la diferencia entre ellos si prometen casi lo mismo?, y es que al final debemos recordar que ganar el debate y la elección de ninguna manera es gobernar, eso es, repito, lo preocupante.
De pasadita
Aunque poco o nada se ha querido hablar de la práctica realizada en más de 400 universidades del país, es necesario reconocer que la voz de estos nuevos electores da idea del rumbo que podría tomar el país en el futuro si los errores de los partidos hasta ahora dominantes continúan.
De todas formas, el ejercicio de los universitarios, en el que no se gastaron miles de millones de pesos y se realizó con todo el rigor que ellos se dieron –hasta ahora no hay ninguna queja por parte de los universitarios– sienta un precedente por el tamaño de la muestra. Además, debe tenerse en cuenta, aunque haya quienes quieran descalificarlo por puro coraje.