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Socios y rivales

12 de mayo de 2024 00:01

Es mejor el entendimiento que el enfrentamiento. Esta posición, por lo general, ha servido para continuar con los tratados comerciales firmados entre países que se han enfrentado por algún conflicto político. Por ejemplo, Estados Unidos y China.

Sin duda, la posible pérdida de beneficios financieros y mercantiles; es decir, la pérdida de dinero, es más preocupante y dolorosa para los magnates de la industria en general, incluida la bélica, que perder a un socio o a un aliado políticamente conveniente.

Este es el caso de China y Estados Unidos. Ambos países se necesitan mutuamente. De hecho, existe el temor de que la empresa china de autos eléctricos BYD, la cual superó a la estadunidense Tesla a finales de 2023, rompa el equilibrio de la fabricación automotriz de esta firma.

Les preocupa el peligro que significa la rápida expansión y aumento de las exportaciones de autos que dicha marca está logrando en el mundo.

Legisladores demócratas recuerdan al presidente Joseph Biden acerca de la urgencia de tomar medidas ante el peligroso avance industrial, en general, del país comunista. Consideran que mantener los acuerdos para blindar la producción estratégica, sobre todo la de vehículos eléctricos, es un asunto de seguridad nacional.

Así ven los empresarios y legisladores estadunidenses al ahora segundo socio comercial; prácticamente, es un enemigo en potencia, es un socio no confiable. No creen el discurso del presidente Xi Jinping cuando habla de un socialismo al estilo chino, y no de un capitalismo con disfraz socialista.

Como podemos observar, el gobierno del presidente Biden no confía en su ex primer socio comercial al presionar con nuevas medidas arancelarias para evitar que China invada con sus automóviles eléctricos todo Estados Unidos. Porque, además, también compiten el diseño, la estética y funcionamiento de estos vehículos, los cuales han sido reconocidos.

El peligro que existe, según especialistas de Tesla y analistas demócratas, es la rápida colocación de estas unidades en otros países. Lo mismo sucedería en el mercado estadunidense. Entonces, ¿cómo detener esta vertiginosa y amplia producción y venta de los automóviles BYD y, al mismo tiempo, no romper tratos con China?

Es aquí donde entran las trampas, las zancadillas leguleyas y los acuerdos seudoequitativos, siempre ventajosos para las empresas privadas que han caracterizado a la corriente neoliberal internacional, como si el objetivo no fuera el dominio del mercado mundial.

Es decir, quienes han promovido –a rajatabla– el libre mercado ahora son temerosos de que otras nuevas potencias económicas lo ejerzan. Claman por tratados equitativos, como si fuera una preocupación contraria a sus principios capitalistas más profundos. En realidad, este es el verdadero espíritu neoliberal: lo mío es mío y lo tuyo, también.

El grupo de demócratas preocupados por el avance industrial chino han solicitado a Gina Raimondo, secretaria de Comercio de Estados Unidos y a Katherine Tai, embajadora comercial, que pongan los obstáculos necesarios para evitar la entrada fácil de, en este caso, los automóviles eléctricos chinos.

No quieren el beneficio ajeno, necesitan el propio con la mayor ventaja posible. Piden a las funcionarias gestionar cualquier trampa administrativa, o algo parecido, para fortalecer todos los acuerdos ya pactados, tal como lo han hecho con el T-MEC.

El comercio chino es el objetivo a vencer. El equilibrio económico y político les tiene sin cuidado. De otra forma, estarían razonando como socialistas y, lo peor para ellos, la opinión mundial les tacharía de comunistas, algo imposible de aceptar.

Existen, por parte del empresariado de Estados Unidos, posturas ilógicas y perjudiciales para ese equilibrio del que hablamos. La contraparte, es decir, China, apuesta por llegar a un entendimiento más saludable, financieramente hablando, por ejemplo, tomar en consideración las necesidades comerciales expuestas por funcionarios del área económica del Partido Comunista Chino, cuyo objetivo principal es lograr el desarrollo comercial que beneficie a la mayoría de su población. La creación y mantenimiento de fuentes de trabajo bien remuneradas que permitan un nivel comercial estable es una de sus metas. Su fuerza de trabajo, cada vez más especializada, es una garantía.

Quién sabe si lo entiendan, o lo consideren los oligarcas del mundo. Las preocupaciones de los socios comerciales pasan a segundo plano, lo importante es llenar las carteras y cuentas bancarias personales. Los neoliberales no consideran a quienes crean la riqueza con su trabajo asalariado. El personal operativo no es su prioridad, aunque de alguna forma sí lo son, pues la clase obrera también forma parte de la gran masa consumista.

México, como primer socio comercial actual del gobierno de Biden, debe prepararse para no permitir triquiñuelas, jaques mate inexistentes o gestiones condicionadas a las necesidades políticomilitares de su vecino del norte.

[email protected]

@AntonioGershens



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