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Con el deshielo, el Sena se desborda en sus muelles bajos en el centro de París; el agua marrón y la corriente fuerte no hacen conveniente sumergirse en sus aguas. Foto Af
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Afp
12 de mayo de 2024 09:54
Darse un chapuzón en el río Sena, bajo un cielo azul, con la torre Eiffel de fondo, es un vetusto deseo que pronto podría convertirse en realidad como herencia de los Juegos Olímpicos de París, ya que allí serán la ceremonia inaugural el 26 de julio y las pruebas de maratón de natación y triatlón, por lo que se abrirá al baño de parisinos y turistas en 2025.

Esta reconquista se logró gracias a una inversión de mil 400 millones de dólares e importantes trabajos de limpieza de un afluente considerado durante mucho tiempo un vertedero. Aunque en el siglo XVII los parisinos se bañaban desnudos en el Sena, en 1923 se prohibió por los peligros causados por la navegación fluvial y la contaminación.

En 1990 el entonces alcalde y futuro presidente Jacques Chirac lanzó la idea de reapropiarse del río, promesa que la actual regidora Anne Hidalgo reiteró en 2016 con la candidatura olímpica. Ella prevé bañarse en junio y el presidente francés, Emmanuel Macron, también se comprometió a hacerlo, aunque no dijo cuándo. ¿Pero los atletas y el público los imitarán?

La salud del atleta está primero, asegura la campeona olímpica en aguas abiertas, la brasileña Ana Marcela Cunha, que pide un plan B. En agosto pasado se anularon los ensayos porque la calidad del agua no cumplía los estándares europeos sobre dos bacterias fecales. En París, las aguas pluviales y residuales pasan por la misma red diseñada en el siglo XIX y, cuando hay precipitaciones excepcionales, las alcantarillas se desbordan.

El aventurero Arthur Germain recorrió a nado en 2021 los 777 kilómetros del Sena, desde su nacimiento en la vitivinícola región de Borgoña hasta su desembocadura en el Canal de la Mancha. A lo largo de casi todo el río hay zonas en las que me costaba respirar por las actividades agrícolas o industriales, afirma este joven de 22 años, hijo de la alcaldesa de París.

El capitán del Bélénos, Rémi Delorme, que limpia sus aguas, confirma que hubo progresos. Equipado con una cinta sinfín, el barco recupera desechos flotantes, bicicletas, chatarra y bolsas de plástico. Ya casi nada nos sorprende, en referencia a sofás, animales e incluso cadáveres una o dos veces por año. Pero con el paso del tiempo el nivel de desechos disminuyó: de 325 toneladas por año en 2020 fueron sólo 190.

Aunque el Sena no ha vuelto a ser un río salvaje, cuenta ahora con más de 30 especies de peces, de tres que había en 1970. Aguas arriba de la capital, además de la modernización de dos depuradoras, hace una semana entró en funcionamiento una nueva planta de tratamiento de aguas pluviales.

Con su depósito cilíndrico a 30 metros de profundidad y 50 metros de diámetro, este tanque puede contener 50 mil metros cúbicos de agua, el equivalente a 20 piscinas olímpicas. Su objetivo será de almacenar aguas pluvial y residual en caso de fuertes lluvias.

Desde hace años se quiere rehabilitar la antigua piscina fluvial que se espera reabrir para 2025. Varias reglas de seguridad se imponen: llevar un gorro y una boya de colores vivos, no nadar solo y privilegiar los domingos o la tarde para evitar los barcos.

Afp

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