Es quizás un reflejo del papel en extremo subordinado que se asigna a las y los estudiantes, pero en la educación superior mexicana no existe como práctica común que las y los alumnos, o al menos sus representantes, puedan tener voz y voto respecto de quienes serán sus profesores. Que puedan expresar su rechazo ante aspirantes cuestionables por su desempeño en temas tan importantes como el acoso, la violencia, la incapacidad, la falta de compromiso y otros que las y los estudiantes conocen bien y que principalmente les afectan. Pero en la UAM sí existe, legalmente establecido, un mecanismo de selección de académicos donde pueden participar y hacer que se oigan sus puntos de vista e incluso que se tengan en cuenta.
Este dispositivo –no hay que ser ilusos– no fue creado con la deliberada intención de darles más espacio de participación a las y los estudiantes. Lo más probable es que se hizo sólo con el propósito de crear una conveniente ventanilla especial de ingreso cómodo y fácil como profesor o profesora definitiva en la UAM, dispositivo que asegura que el o la preciada candidato o candidata no tendrá que pasar por un concurso en competencia con 15 o 20 aspirantes más, que no deberá soportar los plazos larguísimos (hasta de más de un año) para obtener un resultado ni tampoco será obligada u obligado a elaborar ensayos inéditos sobre el tema.
Además, tampoco deberá pasar por una estresante y larga entrevista con una comisión evaluadora ni hacer una exposición o clase piloto y tampoco resignarse a que varios de los otros aspirantes al verse no agraciados impugnen el resultado y hagan que el trámite se alargue enormemente. Como dice en los artículos 157-161 del Reglamento de Ingreso, basta que un órgano colegiado –donde legalmente participan estudiantes– decida enviar al rector el expediente de la o el académico para que lo someta al Colegio Académico. Allí también participan con voz y voto estudiantes para que ese organismo decida o no contratarlo de manera definitiva.
Como decía el clásico, todo está en la perspectiva, y aunque tal vez el plan era ofrecer una oportunidad excepcional sólo a ciertos ilustres y bien recomendados personajes, resulta que ahora hay otros muchos académicos y académicas –los precarios y precarias temporales– que leen esa vía desde su perspectiva. Son las profesoras y profesores sin contrato definitivo pero sobresalientes porque durante años han sido exitosamente evaluados hasta tres veces anualmente para lograr un contrato de tres meses.
Son académicas y académicos que investigan, producen nuevo conocimiento, acuden a congresos y que, con experiencia y en los hechos, con una carrera académica de cuatro, cinco o hasta más de 10 años, han estado mostrando su capacidad sobresaliente, su compromiso y conocimiento del modelo UAM y modular. Son un tesoro acumulado de experiencia y conocimiento de la universidad que no debería ser menospreciado.
De hecho, es muy significativo que a partir de la revisión contractual celebrada con el sindicato de académicos y administrativos (Situam) en enero pasado, la Rectoría haya propuesto el establecimiento de una comisión mixta que pueda hacer recomendaciones respecto a una problemática que es muy difícil y lacerante para las y los profesores por tiempo determinado. Ahora hay aquí un camino que puede ser valioso y que ofrece algo sumamente nuevo e importante y que, además, es perfectamente legal y legítimo.
Durante 40 años la UAM ha respondido a la problemática diciendo que la única vía de acceso como docentes definitivos era que se sumaran a las convocatorias públicas. Esto significaba que personas que durante años han sido parte estratégica y vital de la institución –porque así lo quiere–, ahora tuvieran que concursar como una o uno más.
Desafortunadamente, la respuesta de la representación de Rectoría en la comisión hasta ahora ha sido insensible (“esos artículos ya se van a quitar del reglamento”, aseguraron), y ahora hasta se dejó sin plaza a un integrante de la comisión que es académico temporal, pero lo importante es si autoridades, académicos y estudiantes quieren ver esta ruta también con la perspectiva de las y los temporales y la de capacidad y necesidad de la UAM de renovarse y crear ambientes institucionales justos y cordiales.
De hecho, serían estas y estos nuevos profesores definitivos una generación icónica en la Universidad Autónoma Metropolitana, pues además de ser seleccionada por autoridades y académicos, en el proceso también participarían los estudiantes. A medio siglo de creada, la UAM daría así una muestra de capacidad de inclusión y de renovada vitalidad.
*UAM-X.
PD: Netanyahu y Biden, ahora están acorralados por la inesperada fuerza y convicción del movimiento estudiantil. Una Palestina libre es la solución, e Irán y Estados Unidos deben ser los garantes.