Como continuidad con cambio, los 10 Puntos para la República Sana del Dr. David Kershenobich (25/3/24) confirman la fragilidad y complemento poco robusto del segundo piso de la 4T de los previos siete pasos del Proyecto Preliminar de Pasos para la Transformación comunicados por Claudia Sheinbaum en su discurso de inicio de campaña (1/3/24). Ni pasos ni puntos entran a la médula del actual desafío sanitario. Los puntos están organizados, además, con cierto descuido, poca coherencia entre sí y armando una deshilvanada ensalada sectorial no priorizada.
La política de la administración 2024- 2030 enfrenta seis grandes desafíos: activar efectivamente la atención primaria a la salud –no sólo “dilatar” programas preventivos tradicionales, “prevenir” en el primer nivel de atención o “crear” comites de salud desde arriba–; mejorar sustancialmente servicios clínicos (humanismo, tiempos de espera, calidad de la atención, abasto); seguir atendiendo el muy delicado capítulo laboral de la federalización y los profesionales sanitarios del régimen ordinario IMSS/Issste; diseñar estrategias coherentes y viables de cuidados frente al envejecimiento (sólidamente financiadas); consolidar avances del IMSS-Bienestar, lo que exige un adecuado modelo de atención semiurbano/ urbano/rural, y diseñar una recta complementaridad con los privados. Entrar a la médula de este desafío es el reto.
El punto uno (gobernanza del sistema de salud) nunca aclara la naturaleza y alcance “normativo-regulatorio” de la Ssa y del Consejo de Salubridad General, salvo responsabilizándola de la prevención, salud pública, inmunización, producción nacional de aplicación de vacunas y cartilla digital de vacunación, así como la coordinación de los institutos nacionales de salud, naturaleza acotada, sobre todo frente al poder sectorial que ha ganado la improvisación de Zoe Robledo en OPD-IMSS-Bienestar (federalización), armada en torno a gratuidad (punto 4), basificación, acciones rehabilitatorias/equipamiento de infraestuctura y atención médica con “prevención” en el primer nivel atención para la población sin seguridad social, mientras el IMSS ordinario “continuará” atendiendo la población con seguridad social. Birmex se encargará de la compra consolidada.
Los puntos muestran también desbordado optimismo sobre impactos de la tecnología en la tarea sectorial: la receta electrónica migrará a plataforma-IMSS (punto uno); el Plan maestro de infraestructura incorpora salud digital; con tecnología se evitará el viacrucis de la tramitología y se eficientará la referencia/contrarreferencia (punto 2); con tecnología se consolidará la gratuidad (punto 4); los resultados de los estudios de laboratorio se alimentan en un expediente digital y pueden ser entregados vía aplicación móvil (punto 5) cuando, más que con la tecnología, estas tareas guardan relación con el humanismo, calidad y producción del servicio que nace de los equipos de salud: médicos, enfermeras y profesiones afines vinculadas a los perfiles etáreos poblacionales.
La promoción de la salud y participación comunitaria ¡se mencionan solamente de paso y ciertamente desubicadas en el Plan maestro de infraestructura (punto 2)! Igualmente, ese punto ofrece que Salud establecerá convenios con farmacias para dispensar gratuitamente genéricos a pacientes del IMSS-Bienestar, indicando también que Farmacia Bienestar no remplaza sino complementa la entrega en unidades de salud.
Los puntos portan una confusión estructural entre atención primaria a la salud, políticas preventivas tradicionales y primer nivel de atención. El punto 3 alude al cambio en estilos de vida saludables con políticas intersectoriales/participación social; vacunación; adecuada nutrición y prevención de enfermedades infecciosas; mientras el punto 5 confunde atención privada a la salud con atención de daños vía la atención médica domiciliaria (programa Salud Casa por Casa), ofreciendo incentivos para cuidadores familiares e involucrando equívocamente la atención primaria a la salud con la calidad del servicio.
Aún más incoherente resulta que ese mismo punto 5 relacione la atención primaria a la salud, que implica ausencia de enfermedad, con pruebas clínicas (de laboratorio fijo-rápidas en sitio) como piedra angular del diagnóstico de enfermedades, proponiendo redes de toma de muestras y procesamiento de laboratorio o considerar la enfermería provedora de atención primaria de la salud (punto 9).
Nada de esto es atención primaria a la salud. Ello confirma que los puntos carecen de una estrategia (cambio de paradigma) que privilegie atención para establecer un auténtico cambio de régimen sanitario transitando de la atención de la enfermedad a la ausencia de la misma, carencia que, sin restar méritos, acompaña la improvisaciónRobledo en OPD-IMSS-Bienestar.
Aún como ensalada no priorizada, pasos y puntos dibujan una agenda sectorial preliminar (por ordenar, definir y concretar) contrastando con las descalificaciones, sin análisis alguno, de las plataformas partidarias opositoras, como confirmó sobradamente el primer debate (7/4/24).
*UAM-X