El tercer debate presidencial será indeleble marca de fuego por lo que ahí se diga en materia de justicia, seguridad pública y migraciones. Son tres temas tremendamente complicados bajo cualquier enfoque, hidras indomables. Sería muy gravoso enmendar lo que ahí se anunciara.
La señora Xóchitl ya dio un primer paso y gordo: “civiles, a lo civil y militares, a lo militar” y sugirió además que las tropas irán a lo suyo, el narco. Y para no perder vuelo, de paso ya dijo a Cuba, Venezuela y Nicaragua lo que les esperaría… Sí, pero no. ¡Vaya adelanto impulsado por sentirse mal!
Por su parte, la señora Claudia, presumible ganadora, ha sido cautelosa, como fachada del partido en el poder se sabe asediada en los tres temas y que será objeto del más fiero ataque de Xóchitl. De tan áspero encuentro ojalá surgiera algo bueno, constructivo. Proponer es tarea obligada, más a Claudia, que mantiene gran ventaja que a su rival cuyo papel será atacar.
Hay razones para pensar que las palabras de una u otra comprometerían terriblemente a la que ganará el domingo 2 de junio, aunque lo definitivo se sabrá hasta el 1º de octubre en el discurso de toma de posesión. Entonces, ¡a aguantar la respiración!
De este ambiente podría haber derivaciones que implicarían:
1.Un suceso que resulte sólo un estéril y lastimoso espectáculo que parece ser lo más probable.
2. Que el arrebato lleve a promesas irrealizables, como los desplantes de Calderón: ¡Acabar con el narco!
3. Que los compromisos surgidos fueran de talla insuficiente respecto del problema original.
En tanto, a días de la fecha mágica, cosas pueden pasar. Un accidente mayor, un sismo, un gran equívoco de alguien, una enfermedad, un grave suceso extranjero. El sino es caprichoso, son estos, días solemnes, rituales, días de vigilancia, no de pasatiempos y retos. Son días de gran prudencia. Ese domingo contendrá una intensa carga de destino. Veamos:
Se innova con un gobierno a cargo de una mujer –dicho con respeto, sin misoginia–. Se da en un momento de inquietudes adicionales a los factores mencionados: justicia, seguridad pública y migraciones.
La candidata, convertida en presidenta electa llegará lastrada por su origen, Prian o Morena. Pronto le serán presentadas ominosas facturas. Imaginemos la cartera de cobros del sinvergüenza Alito que seguro será el diputado líder de su fracción parlamentaria con gran poder en la Cámara y más feliz sin Xóchitl que con ella.
Esos hechos por graves que son, más se enredan ante el paquete de serias decisiones de inevitable anuncio en octubre: conformación del gabinete, principalmente del grupo que garantizara gobernabilidad, Gobernación, Defensa/Marina y Seguridad. ¿Cuáles y cómo subsistirían, alguna sorpresa?
No es imaginable una Gobernación anémica como la actual. ¿Al fin se fundirán Sedena y Marina y con un secretario civil? Después de casi 20 años de disfunción, ¿qué nueva personalidad y fuerza se dará a Seguridad Pública?, ¿qué con la Guardia Nacional? En el marco del debate, seguro habrá anuncios contundentes que hagan mucho ruido sobre las masas votantes.
Habría que deducir el papel que la candidata perdedora asumiría. ¿Lideresa fundadora de una oposición lúcida, beligerante o sólo de escueta resistencia pasiva limitada a la contradicción o quizá simplemente se esfumaría, como Labastida y Meade? ¿Alguien pensará en construir un nuevo sistema de partidos?
“Tercer debate” es frase que provoca variadas expectativas. Podrían ser alborozo ante la expectativa de un match de escándalo, preocupaciones de los que ya sienten frío, estusiasmo de los que se sienten convidados a la cena de la señora. Sería deseable una aguda reflexión por quiénes sí piensan en la patria, ajenos a toda reacción interesada en lo mundano.
El debate es la última ocasión que se tiene ante tan ávido auditorio, pero cuidado con lo que se diga. Después sólo queda el 1º de octubre y el renacer de la esperanza. ¡México otra vez ante Pandora!