Nueva York y Washington. A seis meses de la elección presidencial, el favorito por abrumadora mayoría del electorado es ninguno de los dos candidatos principales en esta contienda donde cada uno advierte que la democracia misma está en juego.
En un sondeo divulgado esta semana, la tasa de aprobación del presidente Joe Biden es de sólo 35 por ciento, y la del ex presidente Donald Trump es de 33 entre el electorado. A la vez, un 81 por ciento de los votantes cree que Biden está demasiado viejo para cumplir otro periodo presidencial, mientas que un 55 opina eso de Trump, según esta encuesta de ABC News/Ipsos. Mayorías explícitamente desaprueban a ambos, un 51 por ciento desfavorece personalmente a Biden, un 58 tienen una percepción desfavorable de Trump. Ambos siguen más o menos empatados en las encuestas.
Pero la elección, por ahora, parece no ser un concurso entre los dos candidatos principales, sino entre quién será el menos aceptable, o el mejor de dos rechazados por la mayoría del electorado. Las campañas de ambos tienen en común que cada uno dice que el otro podría destruir la democracia estadunidense si gana la próxima elección.
Más aún, esta elección incluye un espectáculo sin precedente: un ex presidente sentado en el banquillo de los acusados en un juicio criminal en su contra, solo uno de los cuatro juicios criminales diferentes que enfrenta (los otros tres han sido demorados y aún no se sabe si podrían proceder antes de la elección). En el juicio en Nueva York, Trump es acusado de 34 cargos por falsificar documentos empresariales para ocultar pagos a un actriz de porno, Stormy Daniels, para comprar su silencio durante la elección de 2016.
Y este martes Daniels, la figura que todos estaban esperando en este juicio casi telenovela sobre sexo, encubrimiento y pagos posiblemente ilícitos, apareció en el tribunal en Manhattan para testificar contra el acusado. Ofreció detalles a veces gráficos de lo que ella dice fue un breve y no deseado encuentro sexual con el entonces empresario en 2006. La escena, más allá de su ambiente de telenovela, fue histórica, ya que ella está al centro del primer juicio criminal contra un ex presidente.
Daniels fue honesta cuando los abogados defensores, buscando minar su credibilidad al acusarla de estar motivada no sólo por dinero sino por desprecio del acusado, le preguntaron si odiaba al ex presidente Trump y ella no titubeó en responder “sí” y afirmó: “quiero que él sea obligado a rendir cuentas”.
Después de unas cinco horas respondiendo a preguntas de los fiscales y los abogados defensores, Daniels no reveló nada nuevo que no se supiera anteriormente y tal vez por eso -de que ya tantos conocen estos detalles- que este asunto no se ha vuelto un escándalo mayor que en cualquier otro tiempo hubiera hundido a cualquier político.
Sigue sorprendiendo que en la encuesta más reciente, como otras previas, un 80 por ciento de los simpatizantes de Trump dice que mantendrá su lealtad aun si es declarado culpable en este y otros juicios pendientes. Pero en una contienda donde hay un empate, para Trump el peligro es perder ese 20 por ciento que dice que pensarán dos veces y que ya no votarán por él si es culpable.
Trump está usando sus problemas legales para su campaña al continuar acusando ser víctima de una persecución política a través del sistema judicial, y que los demócratas están detrás de esta “cacería de brujas” para descarrilar su candidatura y evitar su triunfo en noviembre. Insiste en que todas las decenas de cargos en su contra en los cuatro casos criminales -además del que está en curso, los otros giran sobre interferencia electoral y manejo ilegal de documentos oficiales de seguridad nacional- son fabricados por el gobierno de Biden y los demócratas a quien llama la “izquierda radical” y no ha ocultado que si gana la elección, se autoindultará en los dos casos federales (no puede hacerlo en los otros dos porque son procesos estatales). Es un mensaje que repite de manera cotidiana al impulsar su campaña desde un tribunal en Nueva York donde está obligado permanecer cuatro días a la semana.
El pasado fin de semana, ante donantes a su campaña, Trump afirmó que Biden está al frente de “una administración Gestapo” que está detrás de los juicios políticamente motivados y agregó que es así porque “es la única manera en que podrán ganar” la elección, reportó el New York Times.
No es la primera vez que Trump usa referencias nazis en esta campaña. Ha declarado en sus mítines que migrantes que cruzan desde México a Estados Unidos están “envenenando la sangre de nuestro país”, frase asociada con Hitler.
Por su parte, Biden y sus aliados no dejan de advertir que un triunfo de Trump podría marcar el fin de la democracia estadunidense. No es tan difícil argumentarlo ante alguien que literalmente incitó un asalto violento contra el Capitolio, que en los hechos fue nada menos que un intento de golpe de Estado para anular los resultados de la última elección. O recordando, lo cual hacen todos los días, que el ex presidente ha dicho que sería “un dictador por un día”, que contempla usar a las fuerzas armadas para suprimir protestas masivas, que procederá contra todos los funcionarios que no han sido leales a él, y cuyos abogados recientemente argumentaron ante la Suprema Corte que la inmunidad presidencial debería proteger a alguien como Trump aun en un caso hipotético de mandar a asesinar a un rival.
El tema de violencia política en esta elección es cada vez más preocupante, con algunos aliados de Trump diciendo abiertamente que tal vez será necesario que los simpatizantes “se pongan una Glock”. Expertos repiten que hay probabilidad de expresiones cada vez más violentas de la derecha, mientras algunos pro-Trump se atreven a usar la palabra “guerra civil”.
Mientras tanto, con la preferencia del electoral por ninguno de los dos contendientes principales, hay otros candidatos menores que apuestan a tener un impacto en este contexto. Por ahora hay otros tres candidatos presidenciales “independientes” además de los que serán nominados por los dos partidos principales. Robert F. Kennedy, Jr, quien en esta última encuesta tienen un 12 por ciento y que ha sido repudiado por casi toda su famosa familia; el filósofo politico afroestadunidense progresista Cornel West con un 2 por ciento de las preferencias, y otra progresista Jill Stein con 1.
Todo indica que el voto no será entusiasta, ni convencido, y tal vez tiene razón ese extraordinario líder progresista texano Jim Hightower quien dijo que “si los dioses querían que votáramos, nos hubieran dado candidatos”.