El oficio se impuso al ímpetu, la experiencia sobre la voluntad. Con la eficacia que dan el recorrido, Saúl Canelo Álvarez derrotó por decisión unánime a Jaime Munguía en un combate que buscó estar a la altura de las grandes batallas de boxeo entre mexicanos en Estados Unidos. El tapatío continúa como campeón indiscutido de los supermedianos y conserva los cuatro cinturones de los principales organismos que los avalan.
En la T-Mobile Arena de Las Vegas, Canelo no sólo demostró que tiene más oficio, mejor noción del tiempo y de la oportunidad en el boxeo. Cuenta con la suficiente experiencia para desarrollar estrategias de contrataque y una mandíbula que soporta el embate de un joven de Tijuana que tiene 27 años y 1.83 centímetros de estatura.
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La premisa de que no siempre gana el que tira más golpes, sino el que pega mejor fue confirmada por el campeón indiscutido, quien soportó a veces con estoicismo las andanadas del joven tijuanense. Canelo parecía encerrado en su armadura de músculos y guardia, amurallado por su excelente movimiento de cintura y cuello.
Canelo hace combustión un poco tarde. Lo ha dicho. Es parte de su naturaleza. Mientras algunos peleadores tratan de meterse en combate desde el primer episodio, el tapatío calienta los motores, degusta el peligro del oponente y calcula el poder de la pegada contraria. En el cuarto o quinto asalto se desdobló en una versión más resuelta, así ha sido siempre y volvió a demostrarlo.
Hay de golpes a golpes. No es lo mismo la andanada de puñetazos que atizó el tijuanense en el rostro del taptío, quien los absorbió con oficio, con dramatismo muchas veces pues la piel se enrojeció con el cuero de los guantes que lo castigaron, pero sin hacerlo tambalear. Comiendo cuero como saben hacer los más experimentados. En cambio, un contragolpe oportuno, un upper que estrelló en su ascenso violento contra la mandíbula de Munguía, lo hizo ver las estrella de quién sabe qué galaxia y visitar la lona.
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Después de la caída, Munguía ya no lucía tan dinámico ni amenazante. Nadie que sea cimbrado con un mazazo del Canelo vuelve a ser el mismo. Y aunque trató de recuperar el mando del combate, el pelirrojo estaba biwen plantado y con la solvencia de un viejo marino cuyo bote soporta la marejada. Al final, ganó el viejo lobo de mar.