Como complemento de lo que narré en las dos entregas anteriores (19 y 26 de abril) basándome en la introducción del libro Culture, Science, Society. The Constitution of Cultural Modernity (CSC, Brill, 2011, 666 pp.), de György Márkus (GM), en la que el autor describe las dificultades contemporáneas de las ciencias y de la altas artes (AA) –los dos componentes de lo que Márkus llama la Alta Cultura– para mantener su autonomía, hoy describo algunos pasajes del libro de David Roberts (DR) History of the Present. The contemporary and its Culture (Routledge, 2021, 144 pp.) referidos al mismo libro de GM. El libro de DR está dedicado a la memoria de Ágnes Heller y GM. En la introducción señala que “En el capítulo 1 parte de la teoría de la constitución de la modernidad cultural de GM, construida alrededor de la paradójica unidad de las artes y las ciencias, que provee un modelo normativo de la época de la alta cultura europea desde la 2ª mitad del S. XVIII hasta la Segunda Guerra Mundial, modelo contra el cual las continuidades y discontinuidades entre lo moderno y lo contemporáneo pueden ser analizadas con especial referencia a tres tendencias básicas de la modernidad cultural, destacadas por GM: la estetización, la cientificación y la museolización”. DR se propone (capítulo 1) situar y contextualizar los escritos clave de GM sobre la modernidad cultural en relación con sus antecedentes teóricos en las concepciones de Kant y Hegel de la sociedad moderna como sociedad de la cultura, y en la recepción, en los escritos premarxistas de Lukács, de estos dos autores
. DR se propone mostrar que la teoría de la cultura moderna de GM contiene elementos cruciales para la teorización de la cultura contemporánea caracterizada por nuevas formas de lo paradójico que rebasan su propio modelo. El problema de la cultura que Lukács legó a sus pupilos de Budapest, dice DR, fue abordado por ellos de diversas maneras. La cuestión de la Ilustración y la cultura se convirtió en el foco central del trabajo de GM en Sídney. Su teorización de la cultura moderna, predicada en la abierta articulación de las antinomias de la modernidad, tuvo como presupuesto básico la contribución seminal de GM en Budapest para la renovación de la teoría crítica: Marxismo y antropología (MyA, libro que inspiró mi tesis doctoral), seguida por la elucidación del concepto de esencia humana en términos del paradigma de la producción a finales de los setenta. Aquí DR alude, pero no lo menciona, al libro de GM Language and Productión. A Critique of the Paradigms (1986, 190 pp., publicado primero en francés en 1982). Aunque me desvía de mi tema de hoy, cito lo que dice DR sobre MyA (pues me parece esclarecedor): “En MyA, GM argumentó que Marx concibe la esencia de la especie como intersubjetividad, entendida como la totalidad social históricamente producida por el trabajo humano y su relación teleológica con la naturaleza. El mundo dado a los seres humanos es una objetividad históricamente producida, reproducida y modificada a través de un proceso de apropiación que presupone la selección de fines y medios. La apropiación es, por tanto, un proceso abierto, indeterminado, a través del cual la esencia humana –la capacidad humana de ser, en palabras de Marx, un ser universal y, por tanto, libre– pueda desplegarse en, y a través, del desarrollo social. Una vez que se comprende la concepción de esencia humana abierta de Marx, la visión mecanicista del determinismo histórico queda demolida y el paradigma de la producción debe entenderse como un proyecto que articula la esencia humana como tendencia, en principio, ilimitada de progreso”.
El artículo de GM Life and the Soul: The Young Lukács and the Problem of Culture
, el único escrito en Budapest de los artículos incluidos en Culture, Science, Society. The Constitution of Cultural Modernity, forma el puente, según DR, entre el legado de Lukács y el duradero tema del marxismo occidental –la crisis de la cultura en la modernidad– con el tema central del trabajo de GM en Australia. Une el problema de la cultura planteado por el marxismo occidental con lo que GM llama la constitución de la modernidad cultural. Este problema de la cultura se deriva, según DR, de las paradojas inherentes en la concepción de cultura de la Ilustración, cuya enunciación fundamental proviene de Kant (metafísica) y Hegel (histórico-filosófica). “Si la cultura significó para Lukács la forma que unifica todas las dimensiones de la vida en una totalidad, y si sólo en esa totalidad auténtica pueden el arte y la filosofía dejar de estar alienados de la vida, la pregunta decisiva es si una vida libre de alienación es posible. La cuestión, en palabras de GM, dice DR, es si las condiciones de la época en que Lukács vivió (1885-1971) fueron una expresión de la tragedia existencial y ontológica de la cultura o de una crisis histórica de la cual una recuperación era posible. La auténtica cultura dio significado a la obra de arte y a su vez el arte proveyó la expresión más alta de la totalidad de la vida. DR continúa diciendo que en la condición moderna de alienación, sin embargo, la obra de arte se vuelve el sustituto de la totalidad perdida del pasado y, como tal, tiene un papel doble. Por un lado, es llamada a dar sentido, aquí y ahora, a la vida alienada al objetivar y dar forma a la ruptura entre alma y mundo, individuo y sociedad, valores internos e instituciones externas. Por otro lado, como la más alta ejemplificación de la totalidad, la obra de arte se convierte en el otro redentor que apunta la posibilidad de un mundo más allá de la alienación. Me entero, gracias a DR que GM editó y publicó (en 1974) los manuscritos de Heidelberg sobre estética de Lukács, escritos y abandonados por su autor entre 1912 y 1918. En ellos, según DR, el interés motivador siguió siendo la crisis de la cultura moderna pero con una pregunta kantiana como central: las obras de arte existen: ¿cómo son posibles? Esta pregunta remplaza la narrativa hegeliana de la pérdida de la auténtica cultura con la pregunta sobre la posibilidad sistémica trascendental de las condiciones de posibilidad de la obra de arte. Significó la aceptación de la tragedia ontológica de la cultura, la aceptación que las obras de arte, como toda gran objetivación cultural, puede trascender la alienación pero no puede abolirla. Esto lo dice DR citando el escrito de GM sobre el joven Lukács y el problema de la cultura. Irónicamente, concluye DR, esta resignación metafísica, que confirmó la imposibilidad de la auténtica cultura y que sólo podía ser compensada con el retroceso al ‘poder redentor de la forma’ (frase de GM) abrió posibilidades teóricas fructíferas que habían sido desechadas por Lukács en 1918, y que habrían de encontrar su continuación en la teoría de Márkus de la modernidad cultural. Continuaré con este tema en la próxima entrega.