Cuando pienso en el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas siempre evoco una vieja e inolvidable lectura: Charles Möller, en su lúcida obra Literatura del siglo XX y cristianismo, se refiere a Albert Camus como “la honradez desesperada”. Señala que el escritor franco-argelino apela en su obra a la responsabilidad personal ante el problema del mal. El protagonista de su novela La peste lucha contra ésta por honradez, aunque no exista esperanza de vencerla, porque “es vergonzoso ser dichoso uno solo”.
Parafraseo a Möller: en el ingeniero Cárdenas la honradez responsable ha sido la marca profunda y personal de su vida pública. Honradez concebida como lealtad absoluta al ideario de la Revolución Mexicana como un proceso vivo e inacabado cuyo propósito central sigue siendo la edificación de una democracia amplia, sólida y perdurable en México y un orden internacional sólido y equitativo. La responsabilidad como compromiso permanente por construir con su decir y hacer, esa democracia progresista y popular que bebió de su padre, el general Lázaro Cárdenas.
El ingeniero pudo haber optado por ser dichoso con los suyos, vivir tranquilamente del estatus de ser el hijo de un gran presidente de México. Pero no, su honradez lo ha llevado a comprometerse con responsabilidad ante las diversas formas que ha adoptado el sufrimiento humano en este país todos estos años. Podrá estarse de acuerdo o no con las acciones o las palabras del ingeniero Cárdenas en cada momento histórico, pero no podrá negarse el espesor ético, humano y nacionalista de sus actitudes en todas las causas que ha abrazado:
La causa de la liberación nacional, de la no alineación ante el mundo bipolar de la Guerra Fría; la causa del desarrollo de los pueblos de la cuenca del Balsas; la de la inclusión de los pueblos indígenas de Michoacán, del desarrollo incluyente de aquel estado. La causa del cuidado de los bosques.
Muy importante para él y el país entero, la causa del rescate de los derechos del pueblo de México y de la soberanía nacional ante el entreguismo y corrupción de los neoliberales desde principios de los años 80. Entonces el ingeniero encabezó al grupo de la Corriente Democrática en la denuncia de la traición a la Revolución Mexicana. De ahí pasaron al rompimiento con el PRI-Gobierno. Esa rebelión de 1986 y otras rebeliones populares y ciudadanas contra el neoliberalismo y la antidemocracia terminaron por resquebrajar por completo la estructura del régimen de dominación y darle un empuje definitivo a la transición mexicana a la democracia. De ese tamaño es el aporte del ingeniero Cárdenas y los movimientos que él encabezó.
Cuauhtémoc Cárdenas realizó tres campañas para la Presidencia de la República conjugando verdad, austeridad y cercanía al pueblo. Se le criticó por visitar hasta el rincón más apartado y no orientarse por la rentabilidad electoral, pero no dejó gente esperando en ningún lado. En los debates en que participó fue fiel a sí mismo y no respondió a la pirotecnia verbal y a los arteros ataques de Fernández de Cevallos. A la bravuconería simplista de Fox contrapuso la mesura ante la complejidad de los problemas como los de Chiapas. Honró su palabra y su convicción en cada momento.
Lo recuerdo en muchos aspectos como primer jefe de Gobierno de la Ciudad de México. En el área a la que me hizo el honor de invitarme nos hizo tratar a las y los trabajadores de la ciudad con honradez, dignidad y responsabilidad: respeto absoluto a sus derechos laborales; entrega puntual y personalizada del vestuario y del equipo de calidad a cada uno de ellos sin intermediarios; retiro de las calles de más de mil inspectores de cualquier cosa, improvisados, que sólo actuaban para extorsionar a la ciudadanía.
Su opción por una democracia progresista, como la señala en su más reciente libro, la ha actualizado y renovado continuamente. Ha sido la materia de sus luchas y de sus ires y venires. Así como la causa de la democracia lo llevó a dejar el partido fundado por su padre, su coherencia lo hizo dejar el partido fundado por él mismo. Ha participado en el debate y la construcción de proyectos alternativos de nación y de desarrollo. Se ha involucrado en la defensa de los recursos de la nación contra las reformas entreguistas. Ha acompañado diversos movimientos y luchas sociales, con discreción, respetando el protagonismo del pueblo. Volvió a encontrarse con el pueblo yaqui en la defensa del territorio y agua de la tribu.
Nada de esto ha obnubilado el gran sentido humano de Cuauhtémoc Cárdenas: el saludo cordial, la pregunta por la familia, el no dejar un mensaje o llamada sin responder, el escuchar con atención y valorar el aporte de todos, el compartir con sencillez y serena alegría los momentos de convivencia, revelan a la persona que está detrás del hombre público y comprometido con su patria.
No sé si la honradez del ingeniero sea una honradez desesperada, como la de Camus, una acción comprometida ante el sufrimiento humano sin la posibilidad de desterrarlo ante el “silencio de Dios”. No parece serlo, tal vez porque la esperanza de Cuauhtémoc Cárdenas no radica “arriba”, sino muy abajo, en lo más profundo de nuestro pueblo.
Gracias por esta vida generosa, ingeniero.