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Generaciones de familias compartieron con pachucos y rumberas en el Salón Los Ángeles

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Los asiduos lucieron sus mejores galas y deslumbraron con sus movimientos. Foto Yazmín Ortega Cortés
29 de abril de 2024 09:33

Los tacuches se descolgaron de los roperos, los radiantes vestidos se plisaron para completarse con joyería y bisutería, los cacles se bolearon y las zapatillas abandonaron sus oscuras cajas; además, las plumas se desempolvaron y acicalaron, los cabellos se engominaron para retraerse dentro de los sombreros o lucir llamativos peinados, todo con el propósito de sacarle brillo a la pista del Salón Los Ángeles en el Gran baile de pachucos y rumberas, que regresó luego de una pausa de dos años para traer el ritmo de La Internacional y Explosiva Sonora Dinamita, Los Reyes del Mambo de Richie Cárdenas, La Internacional Danzonera de José Casquera, Los Super Campeones de los Hermanos Abonce, La Sonora de Ahora, Sonora Villa del Mar y Joselito y Su Orquesta.

Puntuales los asiduos, desde la hora pactada hacían fila para ingresar al simbólico Salón Los Ángeles, porque, como ya se sabe, el que no conoce Los Ángeles no conoce México. En parejas, en nutridos grupos de amigos, tres generaciones de familias mínimo, jóvenes estudiantes de danzón, incógnitos y algunos Coyoacán way of life le cayeron para comprobar si el mambo era rico, y se fueron cantando ¡¡¡qué rico es, es, es!!!

De delicados a brutales

Y, como suelen decir los clásicos el que es perico donde quiera es verde, los que saben supieron: bailaron de extremo a extremo, sacaron sus mejores pasos a veces delicados, a veces cumplidores, otras brutales y unas más simplemente es-pec-ta-cu-la-res, dejando boquiabieros a los de los pies decaídos y a los menos duchos, a los iniciados y a los mirones que son de palo.

A “mi’ja la traje para cotorrear, no para que me haga estos pinches desmadres. Entonces a mover el esqueleto y a pasear el callo por la pista. Ahora que hay chance, porque no le voy a durar toda la vida y mañana Dios dirá”. Los Ángeles son escenario de desencuentros/rencuentros de parejas de amantes, enamorados y flirteos, con el ambiente de los movimientos acompasados entre pies, manos, el montón de músculos, ojos, olfato, por supuesto chorros de endorfinas, lascivia, cuncupiscencia.

Y la máxima de los asiduos retumbaba en los oídos para guiar sus pasos: que la muerte te agarre bailando, pero con el baile se ahuyenta a la muerte, así que a seguir bailando, como si no hubiera mañana, como sino hubiera muerte sólo rumba, danzón, cumbia y cha cha chá.

Foto Yazmín Ortega Cortés

Como la grácil señora Clara, con 102 años de edad y muchos, pero muchos bailes en su haber, que por cierto asistió a la inauguración del Salón Los Ángeles y vendré a su aniversario 87 años en junio, cuenta: era una chamaca la primera vez que vine y a pesar de que tuve mi primer hijo a los 16 años nunca dejé de visitarlos para bailar, porque bailar no me gusta: me en-can-ta, ha sido mi vida.

Así como Luis Alcaraz cantara “muñequita de squire te encontré en un magazine”, queremos velas no veladoras y ya sábanas paquetes de hilo, nadie de ellas se quedaron sentadotas, pues sino hay pachuco a su medida que las invite a ultrajar la pista, ellas solas navegaron sus propias pistas al lado de su mesa, junto a la barra o en cualquier lugar es bueno para gastar las zapatillas sin horario de caducidad como las de Cenicienta, aquí el gozo del baile se prolonga hasta que la música lance sus últimos alientos.

El señor Antonio, con 78 años a cuestas, viste conjunto de largo saco blanco con discretas rayas negras y holgado pantalón de las mismas características. Antes, toda la palomilla me decía Toño pero recientemente me dicen Toni. Me tocó lo último de los pachucos; yo era un chavo que los veía y como se paseaban con sus trajes y como que eso molestaba a la gente, pero a mi me fascinaba. Vengo a bailar cada que tengo oportunidad. Tengo varios trajes, pero éste es mi favorito, porque fue el primero que tuve y era el que más le gustaba a mi esposa; me decía que me veía muy guapo.

Los colores brillantes y las combinaciones imposibles eran los más; entre más chillante y más originalidad se le imprima al diálogo entre el saco, la camisa, el sombrero, las cadenas y los zapatos bicolor mejor. Mientras el vestido esté más entallado, de cuello halter, más pliegues, pedrería, plumas, ya sea reglamentario o con diseño propio aquí todos rifan, lo importante es disfrutar de la otrora hermosa rebeldía del baile entre rumberas y pachucos, aprender a mover el abanico, salvaguardar la memoria de la época en la que el glamur significaba algo, porque ahora todos quieren que los entierren con pants. Para hacer trending topic el hashtag #DeCorazónPachucoyRumbera en épocas modernas, lanzar el anzuelo a las cautivos de las pantallas a ver si alguien pica y se asoma al Salón Los Ángeles el próximo año para atestiguar el Gran baile de pachucos y rumberas.

 
 

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