Ciudad de México. Houston, tenemos un problema. Una frase que se atribuye a la odisea del espacio del Apolo 13 en 1970 y que se convirtió en lugar común para expresar los momentos de caos. Una expresión que fue subvertida ayer por los Astros -el equipo emblema de esa ciudad protagonista de la carrera espacial- que vinieron a Ciudad de México para aporrear sin recato a los Rockies de Colorado con pizarra de 12-4, en el primer partido de la serie de dos juegos de temporada regular.
Otra vez el estadio Alfredo Harp Helú recibió a las Grandes Ligas y fue escenario para que los de Space City interrumpieran una racha de cinco derrotas consecutivas. Nada mal para un equipo que llegó como visitante pero que parece local. Houston -pueden comunicarse con su base-, en la Ciudad de México los Astros no tienen ningún problema.
Las gradas de la casa de los Diablos Rojos están muy animadas, porque se percibe esa energía de público de Grandes Ligas. Los equipos en el terreno no quedan a deber. Rockies debería estar más familiarizado con la altura de la Ciudad de México pues su estadio es el que se encuentra más elevado sobre el novel del mar de toda la liga. Su casa en Denver, Colorado, está a mil 609 metros, alto, sí, pero muy por debajo de los dos mil 240 de la capital mexicana que hacen que la bola se eleve como si quisiera rebelarse contra la fuerza de gravedad.
Foto María Luisa Severiano
Los Astros se veían cómodos, se les notaba en sintonía con la mayoría del público de su parte. Incluso con la soltura para aportar la dosis de suspenso, pues empezaron abajo en el marcador. Rockies anotó primero con un jonrón de dos carreras que conectó Ryan McMahon.
Nada toca más profundo la sensibilidad de los aficionados que ver a su equipo remontar adversidades. La épica de resurgir del fango para enaltecer el espíritu que no se deja vencer. Una carrera tímida en la segunda entrada gracias a un error del jardinero central los metió en la pelea. Trey Cabbage conectó un doble pero que la pifia le abrió la puerta para aventurarse a la tercera y de ahí al home, como un Ulises heroico que regresa con los suyos, irreconocible.
Pero la verdadera épica la escribieron los jonrones consecutivos de Yordan Álvarez, de dos carreras, y otro solitario de Kyle Tucker. La fortuna, ya se sabe, es un juego que divierte a unos y tortura a otros.
Foto María Luisa Severiano
Los de Space City volvieron a hacer daño a los Rockies en la sexta entrada. El abridor de Colorado, Cal Quantrill lució esa vulnerabilidad de pajarillo herido que expresan los lanzadores cuando están en problemas. Se le llenaron las bases y eso obligó a una reunión de emergencia en el montículo. Se decían esas palabras que nadie sabe que significan, excepto los convocados, y Jalen Beeks subió a intentar apagar el fuego. Lo que recibió en cambio fueron dos carreras más que los colocaba en el punto más hondo de la rueda de la fortuna.
Como si flotaran en el espacio, los Astros orbitaban sobre el diamante. Todo les salía bien ante unos Rockies que rayaban en la melancolía de la derrota anticipada. En el octavo inning, Yainer Díaz conectó un batazo que se convirtió en triple por el error del jardinero derecho que no supo fildear una bola de rutina. Jeremy Peña aprovecho esa torpeza para anotar y más tarde Díaz tuvo su recompensa al ser impulsado por Abreu.
El clímax llegó en la novena, con Yordan Álvarez pegando su segundo jonrón de la tarde para aportar una carrera en solitario. Todo fluye como si estuvieran en casa, tienen al público de su lado, han conectado hasta el momento tres bambinazos y la ventaja ya luce irremontable. Qué importa si los locales en regla son los de Colorado, si esto parece la sucursal de Astros en la Magdalena Mixiuhca. Y para refrendarlo Mauricio Dubón batea un doble que encaja una más por los zapatos de Kyle Tucker que recorrió los senderos desde una base por bolas. Y errores defensivos permitieron que el rally continuará y les asestaron dos timbres más para dejar la cuenta en 12-2.
Foto María Luisa Severiano
Como acto de desagravio, los Rockies se despidieron de esta terrible noche con un par de anotaciones, pero que para nada lavan la honra maltrecha. Esta noche el cielo luce como en la épica de un relato del espacio. En ella los astronautas de Houston no tuvieron problemas.