Ciudad de México. La ventana que representa la relocalización de cadenas de suministro para la economía de México va más allá del ciclo electoral y político, expuso Carlos García, presidente de la American Chamber (AmCham) México. “Las administraciones vienen, las administraciones se van. Lo constante son las empresas, internacionales y nacionales, que son las que nos van a dar ese crecimiento a futuro”, de ahí que se necesita colaborar con el gobierno, declaró.
“La oportunidad del nearshoring es una realidad, se está dando. Y lo que nos toca es seguir trabajando. No podemos poner pausa y esperar hasta las elecciones y el 1 de octubre que entre un gabinete. Tenemos que ponernos a trabajar hoy en día para impulsar ese crecimiento potencial que estamos viendo”, amplió García, en el marco de la conferencia del Consejo de las Américas, en la Ciudad de México.
Reportó que el 40 por ciento de la inversión que está llegando al país es de empresas estadounidenses y 75 por ciento de esos flujos son reinversión de utilidades, lo cual muestra el compromiso con la economía mexicana a largo plazo. Como ejemplo retomó el caso de Valero México, la compañía petroquímica de la que es director general, donde las inversiones en el país tienen un plazo de 20 a 25 años, comentó.
Francisco Aristeguieta, líder de Banca Internacional en Scotiabank consideró que “el momento que vive México es extraordinario”. De acuerdo a diversos estimados, se espera que en un plazo de 5 años lleguen al país entre 35 y 65 mil millones de dólares en inversión extranjera directa asociada a la recomposición de las cadenas de suministro, lo que también acarreará la creación de 1.1 millones de empleos.
Sin embargo, enfatizó que es necesario que esta ventana de la relocalización sirva para beneficiar al conjunto de la economía mexicana. Que no se enfoque solo en crecimiento económico basado en manufactura básica, sino también que también esté acompañada de valor agregado.
Jennifer Pierce, presidenta de TC Energía, subrayó que no se puede tener una “economía inclusiva” o una “integración en Norteamérica” sin incluir al sureste de México. Recalcó que, si bien esta región tiene indicadores de pobreza que duplican los del norte del país y su productividad es la mitad, “tiene un rol vital en la fortaleza” de la región.