Acapulco, Guerrero. Más de 10 mil elementos de la Guardia Nacional están apostados en el puerto de Acapulco para ayudar a la reactivación económica y atacar directamente la extorsión por parte del crimen organizado, expuso la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado Pineda, en una reunión con empresarios, entre ellos Carlos Slim y Francisco Cervantes, presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE).
De acuerdo con lo declarado por la gobernadora, hasta el 16 de abril había 8 mil 612 habitaciones disponibles de un total de 19 mil 600 que había antes de Otis. Aún no se recupera la mitad de la oferta que había antes del huracán; sin embargo, Salgado sopesó: “después de todo esto que fue devastador, creo que nos hemos ido levantando a pasos agigantados”.
En una conversación con medios, la gobernadora informó que 184 hoteles han reabierto, un 62 por ciento de los 297 que había hasta el 24 de octubre en el puerto. De los que han vuelto a operar, 22 se encuentran en la zona Diamante, 73 en la zona Dorada, 13 en Pie de la Cuesta y 76 de la zona Tradicional. Además, 36 mil 545 negocios de todo giro han reabierto en Acapulco y 2 mil 144 más en Coyuca de Benítez.
Permisos de medio millón
El presidente del CCE, Francisco Cervantes, señaló que el ayuntamiento de Acapulco está cobrando los permisos de remodelación en hasta 500 mil pesos, lo que también se ha vuelto un obstáculo para acelerar la reconstrucción, sobre todo en condominios, que son otra parte de la oferta turística que tiene el puerto guerrerense.
"En la parte de La Costera se ha avanzado muchísimo, por arriba del 85 por ciento. El problema está en la parte de Diamante", dijo el líder de la cúpula empresarial. Acusó que la presidencia municipal (a cargo de Abelina López Rodríguez) cobra hasta 500 mil pesos a cada departamento por el permiso de remodelación en el puerto.
“Me da pena decirlo, pero sí vale la pena que la presidenta municipal tenga la sensibilidad de ayudarnos”, soltó el empresario en una conversación con medios. Consideró que un permiso de 500 mil puede entenderse en condiciones normales, pero no en una situación como la que vivió Acapulco.