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Cientos de palestinos desplazados por el conflicto entre Israel y Hamas caminan por la carretera costera Rashid y pasan por Nuseirat, en la zona central de la franja de Gaza.Foto Afp
15 de abril de 2024 07:40

Los gobiernos del mundo libre se muestran hoy conmovidos y preocupados por la cada día más endeble estabilidad en Medio Oriente, cuando, en los hechos, por más de siete décadas ellos mismos no sólo han alimentado y financiado la filosofía guerrera de Israel, sino que han promovido y permitido su expansionismo, genocidio y terror en la zona, con el pretexto de que aquel es el bueno, el noble, el que tiene la razón histórica, en la que siempre se presenta como víctima, cuando en realidad ha sido victimario.

Irán respondió militarmente a un ataque israelí a su embajada en Damasco, Siria, pero el genocida Benjamín Netanyahu dice que Israel fue agredido por las fuerzas del mal, en su intento por desviar la atención de las barbaridades por él cometidas en la franja de Gaza (alrededor de 34 mil asesinatos y destrucción prácticamente total de la infraestructura gazatí).

Es inadmisible que la paz y estabilidad en Medio Oriente –con su repercusión mundial– dependan de genocidas como el citado primer ministro, quien ha puesto a parir a sus aliados históricos, como Estados Unidos, al grado de que hasta el propio presidente Biden ha anunciado que su país no participará en un contraataque, en su intento por disuadir a Israel de que no responda a la retaliación iraní. Y en medio, como siempre, el florero de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

La versión oficial estadunidense asegura: no queremos que esto se intensifique; no buscamos una guerra más amplia con Irán, según el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, pero durante décadas el gobierno estadunidense y otros aliados históricos de Israel no han hecho otra cosa que intensificar e instigar una guerra amplia contra la comunidad musulmana de naciones. Han metido las narices –y las armas– en toda ella.

Tras la represalia iraní, ahora Israel exige a la ONU que aplique todas las sanciones posibles contra Irán, y apura una reunión de urgencia del Consejo de Seguridad (que se llevó a cabo ayer por la tarde), dejando de lado que sistemáticamente ha bloqueado en esa misma instancia –junto con sus aliados históricos– cualquier resolución tendiente al cese el fuego en la franja de Gaza y la ayuda humanitaria al pueblo gazatí.

Pero a Israel, disfrazado de víctima –que no cubre su verdadera cara de genocida–, ahora sí le urge que el Consejo de Seguridad se pronuncie en contra de Irán: el embajador israelí ante la ONU, Gilad Erdan, calificó la retaliación iraní como ataque de épicas proporciones y exigió tomar medidas inmediatas para detener a Teherán; el mundo debe dejar de ignorar los crímenes de Irán y actuar; su máscara ha caído y también debe caer la complacencia del mundo; hay que ponerse los guantes.

Cínico a más no poder, el representante de Benjamín Netanyahu exigió: Basta de alfombras rojas aquí en la ONU, de apaciguamiento. Hoy el Consejo de Seguridad debe actuar, condenar a Irán por su terror, activar el mecanismo de marcha atrás y recuperar las sanciones incapacitantes; no es por Israel ni por la región, sino por el mundo; paren a Irán hoy. Y lo dice el representante de un Estado que a lo largo de más de siete décadas se ha pasado por el arco del triunfo todas las resoluciones contra Israel y que, a la vez, impide cualquier posibilidad de detener el genocidio en la franja de Gaza.

A su vez, en la reunión del Consejo de Seguridad el representante permanente de Irán ante la ONU, Amir Saeid Iravani, dejó en claro que Irán no busca una escalada o una guerra en Oriente Medio, pero no dudará en defenderse a sí mismo y a sus intereses; si Estados Unidos inicia una acción militar contra Irán, sus ciudadanos o sus intereses, mi país ejercerá su derecho a responder proporcionalmente; ejercimos nuestro derecho a la autodefensa después de la negativa del Consejo de Seguridad a condenar el ataque de Israel; la ONU falló en su deber de mantener la paz y la seguridad internacionales.

Por su parte, la cara visible del florero, António Guterres, secretario general de la ONU, dijo: Ni la región ni el mundo pueden permitirse más guerras; exijo máxima moderación, mientras nadie detiene el genocidio en Gaza.

Las rebanadas del pastel

Ahora que parece convocarse al poderío nuclear, recuérdese a Gabriel García Márquez, quien en una de sus narraciones concluyó: tranquilidad, que al fin y al cabo la bomba atómica no duele (La vida cotidiana en Cuba durante el bloqueo. Del disco: 20 años de Revolución; Palabra de esta América. Casa de las Américas, La Habana, Cuba, 1979, EGREM).

X: @cafevega

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