Más de 34 mil asesinatos (la mayoría niños y mujeres) es, hasta ahora, el saldo del genocidio llevado a cabo por Benjamín Netanyahu (nuevo Hitler, pero en hebreo) en la franja de Gaza. No hay condena internacional –así sea de dientes para fuera– que detenga la masacre del régimen israelita, que incluye la modalidad
de matar por hambre a la población y no dejar piedra sobre piedra de la infraestructura en la zona, con los hospitales como uno de los objetivos estratégicos.
Sobre esto último, el Banco Mundial (con apoyo financiero de la Unión Europea
) elaboró el informe Evaluación provisional de daños en la franja de Gaza, en el que subraya que el costo estimado de la destrucción de infraestructura crítica asciende a alrededor de 18 mil 500 millones de dólares, lo que equivale a 97 por ciento del producto interno bruto (PIB) combinado de la Ribera Occidental y Gaza en 2022
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Del citado informe (en el que se utilizaron fuentes de recopilación de datos a distancia para medir los daños en la infraestructura física en sectores críticos ocurridos entre octubre de 2023 y finales de enero de 2024
), se destaca que, más allá del genocidio practicado por Netanyahu, la agresión israelí afecta a toda la economía: la vivienda representa 72 por ciento de los costos; la infraestructura de servicios públicos (abastecimiento de agua, salud y educación) 19 por ciento, y los daños a edificios comerciales e industriales, 9 por ciento. En varios sectores, al parecer la tasa de daños se está estabilizando, ya que quedan pocos activos intactos. Según cálculos, la destrucción ha dejado 26 millones de toneladas de restos y escombros, y su eliminación tardará años.
También se analizan las repercusiones en la población de Gaza. Más de la mitad de los habitantes está al borde de la hambruna y el 100 por ciento sufre inseguridad alimentaria aguda y malnutrición. Más de un millón de personas no tiene vivienda y 75 por ciento de la población ha sido desplazada. Los impactos acumulativos catastróficos en la salud física y mental han afectado en mayor medida a mujeres, niños, ancianos y a personas con discapacidad, y se prevé que los niños más pequeños sufrirán consecuencias en su desarrollo durante toda su vida.
El 84 por ciento de los establecimientos sanitarios han resultado dañados o destruidos; no hay electricidad ni agua para el funcionamiento de las instalaciones restantes; la población tiene acceso mínimo a la salud, medicamentos o tratamientos vitales. El sistema de abastecimiento de agua y saneamiento prácticamente ha colapsado: suministra menos de 5 por ciento de su producción anterior y las personas obtienen raciones de agua cada vez más pequeñas. El sistema educativo se ha desintegrado y el 100 por ciento de los niños no asiste a la escuela.
Brutal ha sido el impacto en las redes eléctricas, así como en los sistemas de generación de energía solar, y al apagón casi total desde la primera semana del conflicto. La entrega de ayuda humanitaria básica a la población se ha vuelto muy difícil debido a que 92 por ciento de las carreteras primarias están destruidas o dañadas, y la infraestructura de comunicaciones se encuentra seriamente afectada.
Entre las medidas clave para impulsar las actividades iniciales de recuperación, el Banco Mundial destaca el aumento de la asistencia humanitaria, la ayuda alimentaria y la producción de alimentos; la provisión de refugio y soluciones de vivienda rápidas, ampliables y eficaces en función de los costos para las personas desplazadas, y la reanudación de los servicios esenciales.
La institución financiera multilateral puntualiza que tan pronto como la situación lo permita, se completará la evaluación amplia e integral de daños y necesidades, así como los requerimientos de financiamiento para llevar a cabo la recuperación y la reconstrucción. Se prevé que el costo de los daños, pérdidas y necesidades estimados a través de dicha evaluación será considerablemente más alto que las cifras de una evaluación provisional
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Y todo ello ha sucedido ante la pasividad de una comunidad internacional que en el mejor de los casos dice, pero no hace nada para detener el genocidio.
Las rebanadas del pastel
Las Afore se han convertido en el nuevo caballito de batalla de la oposición, la misma que aplaudió a rabiar cuando descaradamente Ernesto Zedillo hurtó el ahorro de los trabajadores para entregarlo al gran capital y armarle un jugosísimo negocio con utilidades de cuento de hadas a costillas de terceros. Pero ahora, histérica, se dice muy preocupada
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