Nezahualcóyotl, Mex. A pesar de que la Nueva Escuela Mexicana debió de tener como sustento y referencia las aportaciones de los grandes pedagogos de la Escuela Rural Mexicana, como José Santos Valdés, Rafael Ramírez y Raúl Isidro Burgos, se le dejó fuera del diseño de la propuesta educativa. Grandes como Amelia fueron ignorados, aseguró el periodista y escritor, Luis Hernández Navarro.

Luis Hernández tuvo un encuentro con vecinos lectores de esta localidad la noche del miércoles, en el segundo día de la Feria del Libro Neza 2024, evento cultural en la cual presentó su libro más reciente La Pintura en la pared. Una ventana a las escuelas normales y a los normalistas rurales.

En una charla llena de anécdotas que fueron desde la fundación de estos espacios de conocimiento, hasta el intento fallido por desaparecerlas por sus orquestadores: el poder político, económico y el charrismo sindical magisterial, es como el autor ofreció una reseña que narra la esencia normalista en la lucha por la democratización de nuestro país.

El también coordinador de la sección de Opinión del diario La Jornada, cuenta las historias de vida de los profesores normalistas, sus dirigentes populares y de los planteles donde se formaron.

El periodista editorial aseguró que los protagonistas de esta historia murieron sin que se reconociera (más que por los propios normalistas) como los promotores de los movimientos sociales, la conservación de los pueblos originales y del proyecto pedagógico en el cual hoy se sustenta la NEM, modelo implementado por la Secretaría de Educación Pública (SEP), en el cual predomina la importancia de involucrar a la escuela con la comunidad y una ideología más marcada, contraria a la establecido por el actual modelo neoliberal.

“Todos ellos son los grandes constructores, los verdaderos constructores de la NEM. No los que llegan muchos años después presumiendo que están descubriendo el agua tibia”, en la SEP.

Durante la plática, Hernández Navarro describió como, desde su mismo origen, la primera escuela normal rural fue satanizada por la Iglesia Católica; pasando los ataques perpetrados por el empresario Claudio X González quien calificó a las normales como nido de guerrilleros y grilleros; la campaña de estigmatización para desvirtuar la desaparición de los 43; hasta el asesinato de otros 11 normalistas de Ayotzinapa; entre estos, el homicidio de Yanqui Kothan, alumno de la escuela normal Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa.

“Se ha venido diciendo una y otra vez que las normales rurales son un lastre del pasado y que hay que acabar con ellas”.

Y precisamente en su libro, “se demuestra fehacientemente que, por el contrario, las normales rurales son una semilla del futuro” que han aportado al lento proceso de democratización y sus protagonistas “han cambiado la historia de este país de arriba abajo”.

Luis Hernández lamentó que en Guerrero, “la gobernadora o el gobernador, porque ya no se sabe quien gobierna en ese estado”, hayan premiado a los titulares de la fiscalía y de seguridad, responsables del último asesinato de un estudiante normalista.

Demandó que no solo se castigue al autor material del homicidio de Yanqui Kohan, “sino se tiene que investigar y castigar a todos los involucrados en esa trama” que protegió y permitió la fuga del policía aprehendido el martes pasado.

En uno de los pasajes del libro del articulista de La Jornada, se describe esa campaña difamatoria contra las normales y normalistas.

“Fieles a su misión de siempre, a las normales rurales ya no se les acusa de escuelas del diablo, kínderes bolcheviques, madrigueras de comunistas o nidos de guerrilleros. Ahora se les imputa ser corruptas y se quiere terminar con el internado y los comedores.

El internado es la espina dorsal del normalismo rural y de la organización política estudiantil. Desaparecerlo es desnaturalizar su especificidad pedagógica”.

El autor invitó a conocer más sobre la historia de las escuelas normales rurales, sus fundadores, profesores y estudiantes en dicha obra editada por el Fondo de Cultura Económica.