A sus 11 años, Bastián Rosales es considerado un virtuoso de la guitarra. A la fecha, ha obtenido la friolera de 27 primeros lugares en concursos de México y el extranjero, entre estos últimos en Italia y España.
Ello no impide que se sienta muy nervioso
, lo mismo que emocionado, de cara al concierto que ofrecerá hoy a las 13:30 horas, en el Auditorio Blas Galindo, como parte del ciclo Cañones y cascadas, organizado por el Centro Nacional de las Artes en el mes del Día del Niño.
La verdad sí tengo algo de nervios porque nunca he tocado en un auditorio tan grande; lo máximo que lo he hecho es para 120 personas
, dice este pequeño nacido en la Ciudad de México de apariencia seria y hasta algo adusta, pero que a la menor oportunidad sonríe de forma plena y franca.
Para la ocasión, escogió un repertorio variado que da testimonio de sus alcances tanto en la guitarra clásica como en la flamenca, que incluye música desde Fernando Sor hasta Paco de Lucía, quien es uno de sus ídolos y principales referentes.
Estudiante de sexto año primaria en una escuela trilingüe, tomó por vez primera una guitarra a los cuatro años, impulsado por su padre, Iván Rosales, que si bien es abogado de profesión, siempre le ha gustado ese instrumento e incluso lo ha practicado como aficionado.
“Decidí enseñarle guitarra a mi hijo porque para mí era muy importante que, como parte de su formación, aprendiera un instrumento; estoy convencido de que le proporciona muchos beneficios. Pero conforme le iba enseñando, fue avanzando muy rápido hasta que llegó el punto donde no pude seguir haciéndolo y busqué maestros que se encargaran de su formación. Así comenzó a estudiar con maestros de flamenco como Andrés Hernández Pituquete y Gerardo Amezquita El Carrizo.”
Alrededor de los 7 años, el novel intérprete dio el cambio de giro
al terreno clásico de manos de la guitarrista Nadia Borislova, su actual maestra.
Hasta la fecha se mantiene con clases particulares, pero justo ahora está en proceso de ingresar a la Facultad de Música de la UNAM, con el propósito de que el reconocido guitarrista mexicano Juan Carlos Laguna se convierta en su mentor.
Tener que elegir entre la guitarra flamenca y la clásica es una decisión difícil para Bastián, pues son dos mundos, sonoridades y umbrales emocionales de los cuales disfruta por igual. Cada uno es muy diferente; por ejemplo, el clásico es mucho más tranquilo y expresivo, y el flamenco tiene diferentes ritmos, es de muchos rasgueos y muy pasional. Por eso me gustan mucho los dos
, explica.
Aunque ensaya de forma diaria entre dos y tres horas, y cuando tiene compromisos artísticos hasta cuatro o cinco, Bastián Rosales considera que tiene una vida feliz en la que se da tiempo, por ejemplo, para jugar videojuegos con sus dos hermanas menores.
Sin embargo, asume que no es un niño normal
, porque son pocos los que a su edad, dice, tienen un nivel tan avanzado en la guitarra
, además de que no le gusta la misma música que a la mayoría de sus amigos y compañeros. El reguetón no, por favor, es horrible
.
A ello agrega que le disgusta perder el tiempo en cosas que quizá no son tan importantes, como estar pegado al (teléfono) celular, y pues no aprovechar tanto la vida
.
Sonríe con inocente picardía cuando se le pregunta si siempre es tan serio y su hermana menor lo niega con el dedo. No gusta mucho de los deportes, excepto de la natación y el tenis; el primero continúa practicándolo, mientras el segundo debió dejarlo a raíz de la pandemia.
El pequeño guitarrista acepta que sí le interesa ser famoso, aunque sólo para que, a su debido tiempo, se facilite el ingreso a una escuela musical de renombre. También retoma el tema de la felicidad y asegura que es mucho más feliz cuando tiene la oportunidad de tocar su guitarra.
No puedo decir bien lo que siento, pero siento mucho, y depende de la obra. Si es muy tranquila, me relajo, pero si es fuerte o ruda, pienso en cosas de terror o algo que me asuste para poder hacerla con más ganas.