Jerusalén. La tristeza por la guerra en Gaza marcó el último viernes del Ramadán de los palestinos en Jerusalén, salpicado también por algunas tensiones entre fieles y la policía israelí que controla el acceso a la sagrada Explanada de las Mezquitas.
A pesar de la fuerte presencia policial, unas 120 mil personas acudieron a rezar a este recinto, el tercer lugar santo del islam, según los responsables del complejo que domina la Ciudad Vieja de Jerusalén.
"Si no hubiera habido la guerra, las cosas hubieran sido más fáciles", decía Yaser Basha, llegado de Cisjordania, quien explicó que solo los hombres mayores de 55 años y las mujeres mayores de 50 años pudieron entrar al recinto donde se levanta la mezquita Al Aqsa.
Un testigo dijo que la policía había lanzado gases lacrimógenos contra parte de los fieles, mientras que el cuerpo de seguridad anunció la detención de ocho personas por "incitación y apoyo al terrorismo".
En el último viernes del Ramadán, los musulmanes celebran la Noche del Destino, considerada la más sagrada al conmemorar el momento en que el arcángel Gabriel se apareció al profeta Mahoma para revelarle el Corán.
Los creyentes consideran que sus plegarias tienen más opciones de ser escuchadas en esta noche sagrada, vivida como un momento de fiesta en la que los niños pueden trasnochar y las tiendas están abiertas hasta la madrugada.
Pero para muchos palestinos, el ánimo no estaba para fiestas después de casi seis meses de guerra en Gaza entre Israel y el movimiento islamista Hamas.
Jerusalén "está triste y ha perdido su luz. Todos sentimos lo que pasa en Gaza. No hay manera de evadirse ni siquiera por un minuto", decía Sameeha Al Qadi, de 55 años y llegada de Belén.
Las decoraciones en Jerusalén son discretas y muchos palestinos beben este año café negro, que en su tradición implica duelo.
Este año "la gente no celebra", explica Sabah, de 54 años, que ha perdido a familiares en Gaza. "Tengo un gusto amargo en la garganta. Es realmente doloroso en este periodo de fiestas familiares", asegura.
Pastelero en la Ciudad Vieja, Adnan Jafar solía hacer buen negocio en estas fechas, pero no ahora.
"Nunca he visto un Ramadán así. Y todos sabemos por qué", dice el comerciante de 60 años.