Ciudad de México. Para que un equipo sienta un estadio como suyo no es suficiente jugar partidos en una misma ciudad. Hace falta competir y dominar factores tan diversos como un malabarista sobre la cuerda floja. Chivas intentó reflejarlo en el clásico tapatío contra el Atlas, pero el tiempo y la falta de eficacia en sus ataques añadió una dificultad adicional. Nada pudo cambiar el empate 1-1 en una tarde de mucho sol sobre el templo rojiblanco.

Hay ocasiones en que una atajada vale lo mismo que un gol anotado en el último minuto. Basta con ver la reacción de la arquera Blanca Félix, en el penal detenido a Paola García en los minutos finales, para comprobarlo. No es que las rojinegras no merecieran el triunfo después de más de 80 minutos de fuerzas equilibradas, pero el Rebaño, que como local no ha perdido ni un solo encuentro en seis oportunidades, se negó a sufrir un costo tan alto.

Félix anticipó el remate de la delantera antes del silbatazo y rechazó hacia la izquierda la pelota, obligando a sus compañeras a sacarla del campo. Aquella parecía ser la última esperanza de cientos de aficionados en el estadio Akron de ponerse de pie para celebrar un gol. Pero entonces vino el contragolpe de la mediocampista Maritza Maldonado, quien luego de varios amagues definió por un costado de la guardameta y puso adelante a su equipo en tiempo de compensación (90+5).

Mientras la algarabía se desbordaba en el banquillo del Atlas, Chivas fue en busca de su último intento, encontrándose con un error defensivo de su rival que le permitió a Caro Jaramillo igualar los cartones desde los once pasos (90+8). Las rojiblancas, conscientes de que era la única manera de respetar su casa, celebraron el 1-1 con el que se mantuvieron en el quinto lugar con 25 puntos. Las académicas terminaron en el puesto 12 con 14 unidades.