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En Merced Balbuena, la Quema de Judas es una tradición familiar y comunitaria

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Foto Pablo Ramos/ La Jornada
31 de marzo de 2024 08:45

Con la intención de reconocer y difundir la cartonería, la tradicional Quema de Judas, organizada por la familia Linares, regresó este año al barrio de la colonia Merced Balbuena, atrás del mercado Sonora, donde 15 piezas elaboradas con cartón y cohetes ardieron este Sábado de Gloria.

Conforme caía la tarde, los habitantes de la comunidad se congregaron en la calle Oriente 30, creando un ambiente festivo y bullicioso. Fue a las 18:40 horas cuando la expectación creció y la emoción se palpaba en el aire, en cuanto los primeros estruendos y gritos de alegría se escucharon mientras la obra más pequeña, un diablito de Judas, fue detonado.

Las llamas iluminaron la calle y una multitud entusiasta, de cientos de visitantes, trataba de captar videos y fotos de la explosión multicolor, así como de la majestuosidad de los patrones en el cielo nocturno.

Se trata de una celebración familiar, colectiva y de la comunidad; año con año acudo porque no en todos lados permiten el uso de pirotecnia, además de que es una fiesta muy conocida, expresó Alma Sotelo, de 25 años.

Por separado, Hugo Herrera, de 30 años, señaló: aunque no soy residente de esta colonia, vengo porque mis primos me invitan y el espectáculo se pone chingón, es como si estuviéramos en el Centro Histórico, pero aquí está más chido, porque sólo es para nosotros.

Un Mario Luigui Bros, un Huggy Wuggy y un Toad (personajes de videojuegos), así como una Hello Kitty, una calavera azteca, una calavera demonio, un chupacabras, una princesa Masha (figura de animación) y alebrijes, fueron el resto de las piezas de cartón incineradas ante la muchedumbre, así como del tradicional Judas, cuya peculiaridad apreció el muralista Diego Rivera, sobre los que llegó a mencionar: Como objeto de plástico, expresión conjunta de estructura y color, en el arte del México actual, son indudablemente de lo más valioso. Su estructura es de gran pureza, armazón de carrizos y otate. Se revisten con material humilde de suma fragilidad y fácil conductibilidad, el papel corriente.

Gerardo Tlacaelel Diez de Sollano Flores (Ciudad de México, 1991) explicó en entrevista con La Jornada: mis bisabuelos fueron los artífices de esta iniciativa, después le dieron continuidad mi abuelita y sus hermanos, entre ellos Pedro Linares, creador de los alebrijes, y ahora mi papá, tíos, primos y sobrinos.

Devoto de la cartonería, tradición que prevalece en su familia desde hace medio siglo, Gerardo Tlacaelel añadió que “esta iniciativa no tiene patrocinio, sino que nosotros mismos la financiamos. Algunos de nuestros diseños se basan en deportistas, calaveras, políticos y actores.

No se trata de un asunto religioso, aunque evidentemente tuvo sus orígenes en ese ámbito. Ahora se trata más de una celebración popular. Cada obra va equipada de luces y cohetones procedentes de Tultepec. Algunas veces parodiamos a artistas o políticos del momento. Las dimensiones varían del medio a cuatro metros.

Tlacaelel Diez de Sollano contó que estaba programada la quema de una figura que alude a Donald Trump, ex presidente de Estados Unidos. Sin embargo, de último momento salió de la colección porque la pieza fue vendida.

Jamás hemos tenido un accidente; quizá nos hemos flameado un poquito con las mechas, pero no exponemos a nadie. Hemos aprendido a trabajar la pólvora y a tenerle respeto.

Fascinante técnica

Desde las 14 horas, los artesanos prepararon en su taller, ubicado en la zona mencionada, las piezas que serían encendidas en el crepúsculo, a fin de ofrecer un acto simbólico y ameno, basado en la importancia de reconocer y difundir la cartonería como técnica de gran tradición.

A marchas forzadas, Martín Gerardo Diez de Sollano y María Flores Carapia, padres del joven Tlacael, verificaron que algunas figuras estuvieran listas mientras instalaban unos armazones cubiertos de pólvora y titanio en el personaje de Toad (de dos metros) para que éste pudiera dar vueltas sobre un alambre colgado a la mitad de la calle. A un lado, otros familiares delineaban los ojos y el cuerpo de un hombre araña y un Po, de la película Kung Fu Panda.

De un simple papel llegamos a crear animales multicolores con pinturas de agua o de aceite y un moldeado muy tradicional. Así de fascinante es la cartonería. Este proyecto también enaltece la riqueza de este arte popular mexicano, concluyó Diez de Sollano Flores.

En otros puntos de la capital mexicana, como Iztapalapa, la Quema del Judas sigue siendo una tradición relevante, ya que también se quema al traicionero con el fin de que se vaya la mala vibra.

La jornada festiva y cultural se complementó con bailes, juegos mecánicos, venta de artesanías como diablitos, calaveras, toritos y playeras, además de antojitos y bebidas refrescantes.

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