En su momento más vulnerable y poderoso, Jesús de Nazaret murió mientras unas nubes cubrieron el sol, como lo dicta la tradición. La escena memorable formó parte de la representación del Viacrucis en su 181 edición, que se realizó este viernes en Iztapalapa.
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La jornada de actividades con motivo de la Semana Santa en esta alcaldía generó una derrama económica estimada de más de 220 millones de pesos, de acuerdo con las autoridades locales. Asistieron este día alrededor de un millón 385 mil personas, informó Raúl Basulto Luviano, encargado de despacho de Iztapalapa.
Explicó que desde el Domingo de Ramos hasta este Viernes Santo acudieron a la escenificación en los ocho barrios un total de dos millones 385 mil personas. Sumando todas las representaciones en las diferentes colonias y pueblos de esa demarcación la cifra asciende a 2 millones 473 mil de asistentes.
Cientos de cruces de madera recorrieron las calles y multitudes formaron parte de esta tradición que cada año reafirma la identidad iztapalapense.
Familias enteras apreciaron el Viacrucis sentadas al borde de sus azoteas y balcones, mientras otros abrieron sus ventanas para formar parte de la celebración. Algunos niños le gritaron: ¡traicionero, miserable, culero!
a Judas Iscariote, interpretado por Israel Domingo Flores, cuando el apóstol lanzó al público monedas de oro de chocolate, como si ese gesto fuera a perdonarle la traición cometida la víspera contra el hijo de Dios.
Las emociones cambiaron drásticamente cuando Jesús, representado por Cristopher Gómez Hernández, inició su recorrido hacia el Cerro de la Estrella, tras ser enjuiciado por Poncio Pilato, y luego ser sentenciado a morir crucificado.
El elenco de este año estuvo integrado por 136 actores, 275 en los cuadros internos, más de 500 extras, 2 mil 500 nazarenos y 105 integrantes de música.
En esta ocasión fueron desplegados más de 3 mil elementos de las secretarías de Seguridad Ciudadana, de la Defensa Nacional, Guardia Nacional, y de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, quienes reportaron saldo blanco.
Algunas de las vialidades evocaron aquellos tiempos bíblicos gracias a los disfraces de romanos, nazarenos, hebreos, pastores, entre otros personajes, además de que se podía apreciar un aroma a establo.
Christopher (Jesús de Nazaret) explicó en entrevista con La Jornada que procede de una familia de nazarenos
, pues la mayoría de ellos tuvieron el sueño de interpretar el papel protagónico.
“Es evidente que en esta escenificación, reconocida como una de las más representativas del mundo, todos los personajes son importantes. Sin embargo, los nazarenos tienen una connotación significativa, pero menos valorada; ellos acompañan a Jesús en este Viacrucis.
Además de los pasajes bíblicos, es importante el recorrido por los ocho barrios de la alcaldía, esa fue la promesa que se le hizo al Señor de la Cuevita desde 1833 cuando éste puso fin a la mortífera epidemia del cólera que azotó a la Cuenca de México.
El joven de 22 años, también estudiante de derecho, lamentó que Cristo sufriera todo tipo de maltrato: físico y sicológico bajo el gobierno de Poncio Pilato.
No tuvo un abogado, tampoco pudo apelar por su condena; el juicio se hizo por la noche. En fin, hubo muchas inconsistencias en su caso, además de violaciones a sus derechos humanos. Eso me inspira a ejercer mi carrera de manera ética y contra cualquier injusticia
, puntualizó.
En las calles de Iztapalapa, la Semana Santa trae consigo una singular metamorfosis. Las casas, antes simples moradas, se transformaron en escenarios vivientes, decoradas con esmero y devoción por sus habitantes. Cada detalle cuenta una historia de fervor, misticismo o tradición arraigada en el corazón de esta comunidad.
Antes de llegar al Cerro de la Estrella, transformado en el Gólgota, la jornada del Viernes Santo se inició a las ocho de la mañana con un grupo de nazarenos que realizó un recorrido de siete kilómetros por las calles empedradas de los barrios de San Lucas, San Pablo, San Pedro, San José, Asunción, Santa Bárbara, San Ignacio y San Miguel.
A los nazarenos descalzos y vestidos con túnicas moradas y manteles blancos, que cargaban cruces de distintos pesos, los espectadores los observaban con respeto y admiración, los alentaban con frases de ánimo y los vecinos les ofrecían agua y naranjas.
Visiblemente cansado, un nazareno que cargaba una enorme cruz de 90 kilos sufrió quemaduras en sus pies debido al asfalto caliente. Israel Santeliz Hernández (nombre real del intérprete) cumplió con su manda desde hace varios años, pero sigue participando en el Viacrucis porque se le cumplió el milagro más fabuloso del mundo
: el embarazo de su esposa.
“Cada uno elige el peso de la cruz de acuerdo con su manda o sus pecados. Suelen criticarnos por nuestra forma de hablar (cantadito) o por no ser actores profesionales, pero lo que no saben es que somos personas serviciales que mantienen viva su cultura y su tradición. Al final, pasamos de ser Iztapalacra a ser la Nueva Jerusalén.”
En 2025, la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura informará si la representación de la Semana Santa en Iztapalapa formará parte de su lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
La noche del jueves, entre tambores y trompetas que enardecieron los ánimos entre la muchedumbre, se recibió con rechiflas y algunas mentadas de madre a Barrabás, quien fue custodiado por una legión romana integrada por centuriones y soldados, algunos de prominente abdomen.
Asistentes de todas las edades aguardaron varias horas en la macroplaza de la alcaldía más poblada del país la llegada del Mesías.
En lontananza se escuchaba la música electrónica, el reguetón y el barullo de la feria instalada a unas cuantas cuadras de este sitio, a lo que se suma el golpeteo contra el asfalto de los cascos de docenas de córceles montados por centuriones romano-iztapalapenses que hacen varios rondines por la zona.
Allí está, pues, el Mesías de Iztapalapa frente a cientos de miles de espectadores y fieles, infinidad de cámaras de teléfonos celulares y decenas de medios de comunicación, dispuesto a cumplir con fidelidad rituales.