Era de esperarse: desde la oposición ha surgido el cuento, queremos entenderlo así, de que se han lanzado puentes de entendimiento con algunos militantes de la causa de la 4T, a quienes se ha dejado en claro que en el Legislativo nada de lo que se envíe desde el gobierno de Morena –en caso de triunfar– podrá sobrevivir.
Aunque aquello de que se lanzaron puentes no sea más que una intención o puro cuento, lo cierto es que sí hay intenciones, malsanas, desde luego, de impedir el tránsito de nuevas leyes en el Congreso local.
Una de las fallas más costosas para Morena en el gobierno que termina es el equipo que se creó para gobernar las alcaldías de la ciudad. Un ejército de gestores, ningún político-político, es decir, nadie con una mentalidad de izquierda, o muy pocos, pero esos no fueron a ocupar la primera línea del gobierno.
Los alcaldes son, se quiera o no, los primeros en mostrar la idea del partido y el gobierno al que representan. La opinión de la gente depende, en mucho, de la tarea de quienes ostentan el cargo, y ahí, hay que decirlo y fuerte: todos, los que buscan repetir y los nuevos, fallaron rotundamente.
No obstante, y a dolor de la ciudadanía, en la mitad de las alcaldías los que hoy ostentan el cargo no quieren dejar el poder. Un ejemplo desastroso se presenta en Álvaro Obregón, donde la señora Lía Limón busca relegirse. Eso es malo, diría cualquiera, pero lo peor es que no tiene competencia. Por Morena se presenta Javier Joaquín López Casarín, cuyo mayor mérito político es haber logrado la recomendación de Marcelo Ebrard.
Y así el sufridero, es decir, la lista de posibles que dé como resultado la desesperanza. Por ningún lado se puede uno topar con un nombre que despierte confianza para convertirse en candidato a la jefatura de Gobierno; así que si no fuera por los caprichos internos en Morena podríamos estar tranquilos. De la lista de posibles alcaldes por Morena nadie tiene tamaño para meterse a la puja por la candidatura al gobierno de la ciudad, cuando menos hasta ahora.
De todas formas, no será sorpresa que en Benito Juárez por fin las transas azules echen para abajo la opción panista que ordena el cártel inmobiliario y que recae en Luis Alberto Mendoza, quien ha jurado, según nos cuentan, apoyar y respaldar a los panistas en apuros involucrados en los negocios turbios de su partido.
Todo esto no es más que el resultado del mercado electoral en el que se ha convertido la política en la ciudad, y tal vez en todo el país. Los candidatos son los que acarrean votos, no los que construyen ideas, y los que acarrean sufragios están lejos de hacer política.
Frente a la realidad, eso de tender puentes entre las cúpulas no parece mala idea si la realidad nos indica que no hay ideas para mejorar la cotidianidad en la ciudad, y que los gestores, como hacen en la actualidad, estarán peleando por el rescate de una calle mientras se hunde la colonia.
En esas andamos en la ciudad. Morena requiere mayoría en el Congreso para echar el segundo piso de la 4T, y negociar con quien sólo pretende hacer negocios no parece opción. Ya veremos.
De pasadita
Ya es hora de ir desenmascarando a las organizaciones que defienden los derechos humanos, pero de sus organismos, y de la misma forma resulta urgente ir a una revisión de los organismos autónomos que pretenden sustituir las obligaciones del gobierno.
Esas son cosas que deberían estar en la postura de los candidatos. Por lo pronto, nos queda claro que todos esos grupos serán protegidos por la derecha, pero, ¿y Morena, y la izquierda..?