Tijuana, BC. La sangre de Luis Donaldo Colosio Murrieta terminó por fundar el mito violento de Tijuana. 30 años después, la ciudad fronteriza sigue luchando con esa imagen, aún si la del magnicidio parece cada vez más lejana, y para recordar al candidato presidencial ya no existen las masas que se reunían antaño a recordar “el sueño arrebatado”.
En años electorales pasados, el aniversario luctuoso de Colosio Murrieta era el verdadero inicio de campaña para los priístas, una ocasión para mostrar músculo y durante los casi 30 años de dominio panista en Baja California, un acto de aparente resistencia, recordatorio de que en el primer gobierno blanquiazul había ocurrido la tragedia.
Sería difícil asegurar cuándo fue que el aniversario luctuoso dejó de ser el momento de comunión tricolor, pero debe decirse que desde que el "eterno soldado del PRI" cambió los colores de su armamento por tonalidades de morado los festejos dejaron de ser la verbena fúnebre que solía ser. De todos modos, con todo y su migración al Partido Encuentro Solidario (PES), la única corona a los pies de la estatua de Colosio reza: “Ing. Jorge Hank Rhon”.
Después colocarían otra, pequeña, con las siglas del PRI, eclipsada por la que desde muy temprano mandó el empresario dueño del grupo Caliente, desdeñado por el PRI de Alito Moreno hace tres años y hoy por Morena.