La Fundación Disenso y Foro Madrid, organismos del partido de extrema derecha español Vox, elaboraron un informe interno en el cual afirman que la candidata presidencial de la coalición Sigamos Haciendo Historia, Claudia Sheinbaum, goza de un sólido respaldo popular en detrimento de la oposición
, pero ofrecen su apoyo a la aspirante de las derechas mexicanas, Xóchitl Gálvez. Foro Madrid, una red que agrupa a los sectores más reaccionarios del conservadurismo ibérico y latinoamericano, se compromete a servir de elemento de apoyo y de articulación, ofreciendo liderazgo, elaborando estrategias y, sobre todo, dando testimonio de constancia y de lucha
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El espaldarazo de la formación neofranquista a la abanderada de los partidos Acción Nacional, Revolucionario Institucional y de la Revolución Democrática no resulta sorpresiva: hace poco más de un mes, Gálvez se reunió en la capital hispana con el ex presidente Felipe Calderón, asiduo colaborador y firmante de los desplegados de la derecha de ambos lados del Atlántico (lo que los nostálgicos del colonialismo denominan iberosfera
para negar la identidad latinoamericana y presentar a todo el subcontinente como una excrecencia de España). También debe recordarse que en septiembre de 2021, 15 senadores del PAN se reunieron con el dirigente de Vox, Santiago Abascal. Durante el encuentro que tuvo lugar en oficinas del grupo parlamentario blanquiazul, los legisladores suscribieron la Carta de Madrid, un documento impulsado por los neofranquistas para sumar a líderes políticos y sociales
en la lucha contra el avance del comunismo en la iberosfera
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El documento resulta revelador en tanto muestra que en España no se conciben esperanzas de triunfo para la alianza del PRI, PAN y PRD ni siquiera en la extrema derecha. Al mismo tiempo, es la enésima prueba del descarado injerencismo y de la fijación colonialista que animan a quienes advierten al mundo sobre el avance de un comunismo imaginario y llaman a defender su peculiar noción de democracia de amenazas que, si existen, provienen de ellos mismos: reconocen, por un lado, que la aspirante progresista tiene el respaldo de una importante mayoría de la sociedad mexicana, pero ponen sus muchas o pocas capacidades al servicio de quien, según las encuestas, no lo tiene. Así, Vox recuerda su filiación autoritaria y antidemocrática: en efecto, este partido, que surgió para ocupar el espacio político a la derecha del PP, reivindica sin ambigüedad su simpatía por la dictadura de Francisco Franco y no titubea en justificar el golpe de Estado que ése y otros caudillos conservadores han perpetrado contra gobiernos elegidos en las urnas.
Lejos de suponer un impulso para su campaña, la mano que se le tiende a Gálvez merma sus posibilidades de victoria en los comicios del próximo 2 de junio. La identificación de Vox con experiencias como el trumpismo estadunidense, el bolsonarismo brasileño o el mileísmo argentino puede resultar atractiva para el voto duro panista, pero genera repulsa entre la mayor parte del electorado mexicano, consciente de que esos proyectos conllevan retrocesos catastróficos en materia de derechos humanos, respeto a la diversidad, equidad de género, combate a la desigualdad, promoción del bienestar, democracia, soberanía y muchas otras conquistas sociales y populares.