Tras un largo y cuidadoso proceso, el lunes 11 de marzo la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús, la Conferencia del Episcopado Mexicano, la Dimensión Episcopal para los Laicos y la Conferencia de Superiores Religiosos Mayores de México presentaron a los candidatos a la Presidencia de la República el Compromiso por la paz, documento que sintetiza las preocupaciones y propuestas de cientos de religiosos y laicos ocupados en atender la crisis de violencia e inseguridad que ha prevalecido en nuestro país durante los últimos tres sexenios.
La presentación de estos compromisos a quienes aspiran a ocupar la Presidencia de la República culmina un nutrido proceso detonado por el asesinato de los jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora el 20 de junio de 2022 en Cerocahui, Chihuahua. Este hecho cimbró a la Iglesia católica en México y movilizó los esfuerzos de laicos y personas con ministerios de culto para potenciar su capacidad de incidencia en la revisión y formulación de las políticas públicas para la atención de la inseguridad con estándares democráticos.
Así, a partir de la convocatoria para participar en la Red Nacional por la Paz, emitida por los actores señalados, se llevaron a cabo Conversatorios por la Paz, Foros de Justicia y Seguridad, el Diálogo Nacional por la Paz celebrado en Puebla y la posterior conformación de la Agenda Nacional por la Paz y las Redes Estatales por la Paz que se mantienen trabajando en una agenda y compromisos que serán presentados de igual modo a los candidatos a nivel local.
Con todas estas acciones, la Compañía de Jesús en México y la Iglesia católica en su conjunto han subrayado la importancia de fortalecer la capacidad de los ciudadanos para incidir en las decisiones públicas, como expresión de un compromiso democrático más profundo de la ciudadanía que es urgente para generar estructuras y prácticas más pertinentes que permitan construir la paz en cada contexto.
En tal sentido, lo que sucedió en el encuentro con los candidatos presidenciales no es un hecho menor, los aspirantes aceptaron la invitación a escuchar los frutos de un largo proceso de diálogo en que han participado ciudadanos de todos los estados de la República y de una amplia diversidad de posiciones ideológicas, con lo cual reivindicaron no sólo el valor del diálogo plural y democrático, sino la necesidad y la viabilidad de escucharnos unos a otros, especialmente en tiempos de polarización social exacerbada. Con la presentación de los compromisos se puso en valor un elemento democrático frecuentemente menospreciado por la clase política: la escucha y el diálogo con la ciudadanía.
Con todo ello, es justo reconocer a las tres personas aspirantes a la Presidencia, Claudia Sheinbaum, Xóchitl Gálvez y Jorge Álvarez Máynez, por el talante democrático mostrado al presentarse en un espacio ciudadano, no para hablar y presentar sus propuestas de gobierno, al estilo del formato tradicional de las campañas políticas en nuestro país, sino para escuchar a la ciudadanía, sus clamores y sus propuestas.
Ello es un signo de esperanza, si bien discreto, nada desdeñable en tiempos saturados de ataques y descalificaciones entre los contendientes a los cargos públicos; en tiempos saturados de discursos simplificadores y promesas sin sustento, y, también, de manera muy inquietante, en tiempos de creciente violencia política.
Frente al complejo contexto actual, los valores democráticos y la paz han de reconocerse como pilares urgentes de la vida social y, por ende, deben ser asuntos centrales en el gran diálogo nacional que suponen las campañas electorales; idealmente, deben serlo a través de perspectivas nuevas y pertinentes que atiendan el imperativo por encontrar soluciones que concedan un lugar protagónico a la ciudadana en colaboración con las instituciones del Estado; lo cual supone, en materia de seguridad, privilegiar las perspectivas propias de la seguridad ciudadana y el control civil de las fuerzas dedicadas a procurarla.
En suma, el encuentro sostenido el lunes 11 de marzo es muy valioso al menos por dos motivos: la puesta sobre la mesa de un urgente compromiso por la paz suscrito por los candidatos a la Presidencia de la República, y la realización de un ejercicio democrático en tiempo de campañas electorales en el que el actor central es la ciudadanía organizada.
Pero recordemos que las campañas apenas se inician y que es muy alta la probabilidad de que recaigan en la inercia habitual de descolocar a la ciudadanía del centro y sustituirla en sus discursos y prácticas por meras masas votantes.
Por ello, es importante no cesar de exigir que las campañas privilegien la escucha ciudadana y la construcción de condiciones de posibilidad para poder atender de manera integral la violencia y para que la construcción de paz sea la prioridad central del próximo ciclo de gobierno, desde la perspectiva del cuidado de los derechos humanos, la seguridad humana y el fortalecimiento democrático y civil de nuestras instituciones.