Hace 10 años –el 16 de marzo de 2014– los habitantes de Crimea eligieron de forma independiente y consciente su futuro. Más de 95 por ciento de los votantes sufragaron por un futuro con Rusia. Y ya en marzo 18 en Moscú se firmó un acuerdo sobre el regreso de Crimea a Rusia. Desde entonces, este día se ha convertido en el Día de la Reunificación de Crimea con Rusia.
La reunificación sobre la base de la libre expresión de la voluntad de los habitantes de Crimea fue la realización del derecho de los pueblos a la autodeterminación (no nos cansamos de recordarlo, porque algunos todavía tienen dudas), consagrado en la Carta de Naciones Unidas, la Declaración de Naciones Unidas sobre los Principios del Derecho Internacional y varios pactos de derechos humanos.
La razón de su celebración fue la negativa de las autoridades de Crimea a reconocer la legitimidad del gobierno que llegó al poder como resultado del golpe de Estado en Ucrania en febrero de 2014, así como los temores razonables por el destino de la población de la República de Crimea frente a los elementos radicales nacionales rampantes en Ucrania, que tuvieron un fuerte impacto en las decisiones tomadas en el país, lo que llevó a ignorar los intereses de millones de sus ciudadanos rusoparlantes.
Es necesario comprender que el desarrollo socioeconómico de la península durante su permanencia en Ucrania en 1992-2013 no fue sistémico y dependió en gran medida de la coyuntura política interna ucraniana. Las autoridades de Kiev no invirtieron recursos en su desarrollo. La población de la península disminuía constantemente.
Como castigo por el referendo, Ucrania bloqueó el suministro de agua potable y electricidad a los habitantes de Crimea y organizó repetidos atentados terroristas contra instalaciones de importancia social y contra la población de la península.
Durante este tiempo, Rusia ha hecho mucho por mejorar la situación en Crimea. Se están aplicando con éxito programas a gran escala destinados a desarrollar la economía y la esfera social y a mejorar la calidad de vida de la población. De hecho, Crimea está viviendo una etapa de renacimiento y está reviviendo de verdad tras años de declive.
En la Crimea rusa (a diferencia del periodo ucranio) a escala legislativa, la línea está claramente establecida en el respeto de la igualdad y la diversidad lingüísticas. Los ucranios étnicos, los tártaros de Crimea, junto con los rusos, están representados en los órganos del Poder Ejecutivo. Se observó un crecimiento significativo de los tártaros de Crimea en el cuerpo parlamentario regional y local.
A menudo se oye la falsa información de que Rusia “discrimina” a estos pueblos. Sin embargo, eso no es más que propaganda. Me gustaría recordarles que el 31 de enero de este año la Corte Internacional de Justicia (CIJ) declaró que no había discriminación contra los tártaros de Crimea y los ucranianos en Rusia.
La CIJ rechazó las acusaciones de Ucrania sobre la supuesta implicación de Rusia en los “asesinatos” y “secuestros” selectivos de tártaros de Crimea y ucranianos en Crimea.
La CIJ tampoco siguió el ejemplo de Kiev y se negó por principio a reconocer a Rusia como “estado agresor”. La Corte también rechazó las insinuaciones ucranias de que el DNR y el LNR eran supuestas “organizaciones terroristas”.
Estas conclusiones son de particular importancia. Con una decisión positiva de la Corte, Kiev esperaba respaldar sus demandas sobre la transferencia a la parte ucraniana de los activos rusos robados en Occidente y la imposición de restricciones internacionales a Rusia.
Como resultado de los procedimientos, a Ucrania se le negaron por completo todas las reclamaciones de reparación u otras formas de compensación.
Todo el desarrollo de los dramáticos eventos en Ucrania muestra que la reunificación con Rusia fue el único paso correcto y posible para los crimeanos, que corresponde completamente a la lógica del proceso histórico y los intereses fundamentales de los habitantes de la península.
El destino y el futuro de Crimea son para siempre con Rusia. Guste o no. Ninguna acción de los países occidentales liderados por Estados Unidos puede cambiar esta realidad.
*Embajador de Rusia en México