Ciudad de México. Javier Alberto López Espinosa, joven de 17 años y alumno de segundo de preparatoria en La Salle, no oculta su entusiasmo, pues en unas semanas realizará un campamento de cinco días en la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN, por sus siglas en francés), con sede en Ginebra, Suiza, lugar ideal para los estudiosos de la física, ya que ahí se encuentra el Gran Colisionador de Hadrones.
Delgado, de piel pálida y cabello rizado, desde 2020, además de tomar sus clases de bachillerato, los viernes asiste a un club de lectura. También reparte su tiempo entre su participación en concursos de matemáticas, en el grupo de investigación del Programa Adopte un Talento (Pauta) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el que contruye un electroimán, y en el MoonCamp de La Salle, especializado en competencias sobre proyectos espaciales.
Pese a su apretada agenda, llegó puntual a la entrevista con La Jornada. Se sentó en uno de los sillones azules de la librería del periódico, y sin ninguna pretensión, contó que de más de 650 jóvenes postulantes a la estancia, de más de 80 países, fue el único mexicano seleccionado, algo que le cayó del cielo
.
Eso no es del todo cierto. Para que López Espinosa resultara uno de los 30 jóvenes que participarán en el campamento tuvo que cumplir un proceso riguroso de selección, que incluyó varias fases y requisitos.
Entre las diligencias que hizo, consiguió una carta de recomendación de Sheila Natalia Flores Durán, astrofísica de la UNAM, quien un año antes fue su mentora de física. También escribió ocho ensayos cortos con el fin de responder diversas preguntas, como ¿qué haces fuera de la escuela sobre la ciencia?, ¿cómo esperas compartir tus conocimientos?, ¿qué esperas hacer de la ciencia después?
“Una de las conclusiones más importantes a las que llegué partió de la pregunta: ‘¿cuál ha sido tu mejor experiencia colaborativa?’, la cual fue armar un castillo en Minecraft, de 3 millones de bloques, con todos mis amigos a lo largo de la pandemia, eso nos conectó mucho como equipo, y cuando llegó la hora de crear un sitio web para los mercados locales, pudimos hacerlo rápido, porque conocíamos las fortalezas de los compañeros.”
Además, López Espinosa explicó cómo era su sistema educativo, cuál era su perfil académico, comprobó su eficiencia en inglés, envió una copia de sus calificaciones y, como certificado extra, presentó los reconocimientos obtenidos en los concursos de matemáticas.
Dos meses después del proceso de postulación, mientras tomaba apuntes en su clase de biología, recibió un correo electrónico del CERN. La notificación lo hizo pegar un brinco en su pupitre, y recibir la reprimenda del profesor en turno. Cuando pudo salir del salón y revisar en detalle el correo, no quedaron dudas: había ganado un lugar para acudir al campamento.
López Espinosa estará del 26 de mayo al primero de junio en el CERN, donde conocerá el Gran Colisionador de Hadrones y podrá hablar con destacados exponentes de la física.
Deseo hacer aportes al desarrollo nacional
Llegando allá, lo que quiero es juntar los proyectos de MoonCamp, del Programa Pauta, los conocimientos que he adquirido de matemáticas, y aprovecharlos para hacer aportes al desarrollo científico de México, porque aquí tenemos grandes figuras que nos inspiran muchísimo
, contó.
El joven agregó que está interesado en conocer el nido
del físico belga François Englert y del británico Peter Higgs, que ganaron el Premio Nobel de Física 2013, por haber postulado la existencia de la partícula subatómica conocida como bosón de Higgs.
López Espinosa tiene varios referentes en el ámbito de la ciencia; por ejemplo, el físico mexicano Miguel Alcubierre Moya, quien desarrolló un concepto que lleva su nombre. Otra fuente de inspiración es Cristóbal Miguel García Jaimes, conocido como el chico partícula
, quien a los 17 años creó el acelerador de partículas más barato del planeta.
Son personas que nos dicen que el talento en México está hirviendo, y sólo nos falta destaparlo
, señaló López Espinosa, quien está lejos de considerarse genio
. Destacó que antes de la pandemia de covid-19 su promedio escolar era de 7.6, no sabía dividir ni las tablas de memoria, y tenía acumuladas más de 350 horas en Pokémon. “Los genios no existen, se crean en gente que encuentra su pasión y dedica tiempo a estudiarla.
“Un día, acostado en mi cama, me di cuenta de que tenía cinco tareas sin entregar y recuerdo que sin nada más qué hacer dije: ‘tengo que ponerme en orden, no voy a volver a tener 12 años, de acá para adelante voy a ser más viejo, me toca ponerme en orden’. Conforme comencé a esforzarme, empezaron a subir mis calificaciones, y a adentrarme en esta pasión: quiero ser físico de partículas”.
El visitante poco frecuente del muay thai y asiduo lector de textos de filosofía, cree que lo fundamental en la vida de una persona está en encontrar su pasión.
Las personas se sorprenderían de dedicar una semana a encontrar su pasión, y comenzar a trabajar en ella, porque cuando lo haces tu mundo cambia
, concluye el joven, quien sostenía un ejemplar de La Jornada.