Los capitalistas no descansan en su porfía de ganancias cada vez mayores. Viven en el corto y mediano plazo, y no suelen percibir que son afectados estructuralmente por fuerzas ciegas desatadas por ellos mismos, derivadas de su inapelable necesidad de acumular. Siempre quieren ganar más y, por ello, deben acumular, pero, en el largo plazo, aunque la masa de ganancias crezca, la tasa de ganancia, que es la relación de las ganancias respecto al capital acumulado, tiende a disminuir.
Esa tendencia estructural provoca una cada vez más aguda reyerta: primero aplastando a los trabajadores, de modo que la masa de los salarios sea una porción menor de los ingresos disponibles; después, por apropiarse de la mayor tajada posible de la masa de ganancias disponible: en esa lucha los capitalistas más fuertes se apropian la mayor parte.
Todo ocurre así en el sistema, mientras los capitalistas particulares, que operan cada uno en un mercado particular (el de su giro específico), sólo perciben lo que ocurre en “su” mercado. Ese derrotero general produce una creciente desigualdad de ingresos, visible en el mundo, y una aún más acentuada desigualdad de la riqueza acumulada. Ese curso económico hace más fuerte al más fuerte. En el camino, algunos “fuertes” salen de la escena, y otros “fuertes” los sustituyen; las nuevas tecnologías los ayudan. La juerga no termina ahí. Se suma la lucha internacional por el dominio del sistema.
En nuestros días se expresa agudamente en la decisión de EU de impedir que China crezca, mediante “castigos” y bloqueos de todo tipo, mientras China busca vías de escape para seguir creciendo. EU busca consolidar un bloque “occidental”, lo que tiende a conformar un bloque “oriental”, con China, Rusia, India, Oriente Próximo y Medio. África es el gran territorio en disputa. La puja por el crecimiento echa mano, implacablemente, del uso indiscriminado del planeta, arrollando la vida animal y vegetal. La extinción masiva de especies de ambas formas de vida está documentada por los estudiosos de la vida planetaria.
Las conferencias de la ONU sobre el cambio climático, como lo probó la COP28 de Dubái, hacen de la “transición energética justa, ordenada y equitativa”, una farsa total. Además, se desatienden otros mil temas, como la contaminación de aguas y tierras entre muchos más. La pugna por el crecimiento no es para producir más satisfactores necesarios a la vida humana, sino para hacer crecer las ganancias capitalistas.
Esa búsqueda, acotada por las tendencias de la acumulación antedichas, empujan la desigualdad social permanentemente. La distancia económica entre la clase capitalista de los centros imperialistas, siempre acompañada de sus ejércitos de fieles servidores, y los de abajo del continente africano, es sideral. Los miles de millones de pobres del mundo, siendo menos pobres que los africanos, son todos un mundo de explotados por los capitalistas de todos los países.
Con todo, la rivalidad entre las burguesías está ahí, y es menester tenerla en cuenta para la mejor comprensión, tanto de las tensiones geopolíticas, como del apego de las potencias a la producción de armas y al uso de la guerra como medio de sometimiento o extrerminio de los débiles. Los estados nacionales actúan comúnmente para mantener las condiciones generales de operación de “sus” capitales de origen. Como los grandes capitales de los centros imperialistas operan internacionalmente, exigen que esas condiciones estén presentes en cualesquiera territorios en donde inviertan. Por eso son intervencionistas.
El monstruo del capitalismo se convirtió en una cada vez más repugnante criatura a partir de que se topó con dificultades arduas para la continuidad de su proceso de acumulación. Al inicio de la década de 1970 la facilidad para generar ganancias cesó. El estancamiento con inflación apareció y sorprendió a tirios y troyanos.
El callejón sin salida aparente contaba con “teoría”, iniciada desde fines de los años 30 (Friedrich von Hayek, Ludwig von Mises, Raymond Aaron, Alexander Rüstow, quien propuso el término “neoliberalismo”): eran ideas para vestir las nuevas políticas económicas que crearían las condiciones de generación de más ganancias. Un laboratorio infernal para la implantación neoliberal fue el régimen creado en Chile, con Pinochet. La presencia de la URSS había moderado los ataques del capital a los asalariados; pero entró en crisis final al inicio de los años 90.
América Latina (AL) respondió al atraco a las mayorías mediante dos ciclos ya de intentos de gobiernos progesistas que buscaron atemperar ese asalto y hacer llegar un poco de justicia social a los de abajo. La mayoría de esos gobiernos ha sido eliminada por fuerzas imperialistas, por las burguesías nativas, los partidos de la derecha, el Poder Judicial, y los medios afines. México sobrevive y es menester contar con la conciencia colectiva activa, para permanecer. La 4T es el proyecto de justicia social que mejor ha avanzado en AL, en el marco neoliberal.