Virginia Tovar, la primera mujer que dirigió un partido de primera división en México, está segura que el tiempo pone las cosas en su lugar. Tras ser designada hace 20 años en un Irapuato-América, en un episodio que dejó al descubierto conductas machistas y una serie de insultos que jamás le dijeron de frente, la sonrisa que se dibuja en la jalisciense es por ver que otra de sus colegas, Katia Itzel García, se ha plantado firme para aplacar a quienes pusieron en duda la capacidad de las silbantes.
A Vicky solían decirle que estaba loca por querer silbar en el futbol profesional. Eran tiempos mucho más complicados
, afirma a La Jornada en referencia a una época en la que el único miedo, el más hondo, tenía que ver con una justicia poética que no siempre llega. Pasaron 20 años. Nunca imaginé que tardaría tanto tiempo, pero se logró. No me quería morir sin ver a otra árbitra en primera división y se me cumplió. Llegar ahí es muy difícil. Katia está preparada, lo más importante es que le tengan confianza los directivos y no le cierren las puertas
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En febrero de 2004, una reunión entre la ex silbante jalisciense y el entonces presidente de la Comisión de Árbitros, Arturo Yamasaki, simbolizó el triunfo de las profesionales mexicanas. El señor viajó a Guadalajara para decirme que iba a debutar en el Irapuato-América
, recuerda. Su carrera había iniciado mucho tiempo antes, en la antigua Primera A, que dejó su lugar a la Liga de Expansión y en donde, tras dirigir cinco partidos, los dueños de los clubes firmaron una carta para pedir que no hubiera mujeres en el campo.
Nada más faltó que estuviera mi nombre en esa carta, porque era la única silbante
, ironiza. “Alguna vez un directivo de Tigres pidió a la Comisión que no arbitrara a su equipo y me quitaron un Tigres-Irapuato, donde iba a hacer mi debut. Yamasaki esperó 15 días y vino una nueva designación. Vas a estar en el Irapuato-América, me dijo. ‘Pero si te equivocas te doy cuello’. Por eso sentía que en cualquier momento pondría al cuarto oficial. Creía que me lo iban a quitar, igual que el de Tigres. Al minuto 10 empecé a darme cuenta que yo era quien estaba ahí”.
Tovar sólo dirigió cuatro partidos en primera división y sumó 86 suplencias, pero nunca vio el futbol como un trabajo. En un contexto donde todo formaba parte del mismo ruido, con colegas compartiendo el vestidor y las regaderas, el arbitraje poseía para ella un sentimiento de justicia que la llevaba a luchar contra el machismo, la discriminación y el atropello. Su retiro se dio de manera obligada en 2008 cuando el nuevo titular de la Comisión de Árbitros, Aarón Padilla, sin darle razones, no quiso volver a asignarla en el máximo circuito.
Él no quería mujeres en el futbol
, asegura. Ya no quiso darme designaciones y preferí dejarlo por la paz para dedicarme a mi hijo. Nadie se enteró cuando me fui. Estuve en 56 juegos de segunda, tuve 86 suplencias en primera, más los partidos internacionales reconocidos por FIFA. Vencí miles de barreras. Mis propios compañeros me decían que estaba loca, que no podía pitar un duelo de hombres. ¿Por qué no?, les respondía. Si corría incluso más que ellos. ¿O por ser mujer no pienso y ustedes sí? Hice todo lo que me propuse y no me arrepiento de nada
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Mientras Katia Itzel sigue sus pasos, Tovar ya perdió la cuenta de las veces que le han preguntado sobre Cuauhtémoc Blanco y aquel incidente en el que presuntamente le pidió que se fuera a lavar trastes. Nunca me insultó en la cara. Eso empezó a decirse en la prensa, pero nunca lo escuché
, concluye, no sin antes reconocer a su colega: Es nuestro estandarte, queremos verla sobresaliendo a nivel mundial
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