Oaxaca, Oax. A punto de cumplir 80 años, el 11 de marzo, el empresario Alfredo Harp Helú no quiere regalos materiales. Para celebrar, su única petición ha sido recibir, quizás, una carta, palabras, emociones que le lleguen al corazón porque, dice, de eso está hecha la vida.
Con ese ánimo, la historiadora María Isabel Grañén Porrúa, su esposa, preparó un libro que reúne los textos que publicó durante casi tres décadas el periódico Al Jawater (Las Ideas), fundado en 1909 por José S. Helú, periodista, poeta, abuelo materno de don Alfredo y uno de los primeros libaneses que emigraron a México.
Se trata de historias en las que el autor comparte con los lectores sus sentimientos, anhelos y la tragedia de vivir con su alma dividida entre Líbano y el país que le abrió las oportunidades que su tierra natal le negó
.
Sobre todo, la obra también es el testimonio de que la generosidad, humanismo y compromiso social con los que Alfredo Harp Helú se conduce es un legado de raíces profundas.
Al Jawater se editaba en la Ciudad de México, el abuelo Helú mandó traer tipografía árabe del Líbano, pues hacía una versión en ese idioma y en español. Además de abordar temas de interés para la colonia libanesa afincada en el país, enviaba el periódico para que se leyera en el mundo árabe, apoyando con su voz las voces críticas de sus compatriotas, cumpliendo con su parte de la lucha, y, por si la muerte lo llegara a sorprender durante ésta, pudiera marcharse con las manos llenas del fruto de su trabajo. De esta manera, sirvió a su patria y a sus compatriotas desinteresadamente
, explica Harp Helú en uno de los capítulos de su biografía Vivir y morir jugando béisbol.
En entrevista con La Jornada, María Isabel Grañén detalla que durante la pandemia se dio a la tarea de mandar al Líbano los textos en árabe para que un amigo le ayudara a traducirlos al español. Recibía cada semana un cuento nuevo, cada vez más divertido. El abuelo Helú siempre vivió con la añoranza de regresar a su país, pero nunca volvió. Llegó a México en 1898 con su esposa Wadiha Atta, como viaje de Luna de Miel, y aquí se quedaron.
Como buena investigadora, indagó en los antecesores del periodista, ruta que la llevó hasta ancestros que vivieron en el año 1600. También rastreó los números faltantes del periódico en universidades que trabajan en estudios árabes y en la Biblioteca Nacional de Beirut, con pocos resultados.
Hasta que un día, luego de que había finalizado el primer borrador del libro, encontró escondido en la biblioteca de su esposo un volumen sin título ni seña alguna. Eran 10 números de los 20 que le faltaban de Al Jawater. Se trataba ni más ni menos de los ejemplares que narran la gira del abuelo Helú por Oaxaca, “con fotos de él y otro abuelo de Alfredo, Bejos Harb (la letra p no existe en idioma árabe, el apellido fue adoptado a su llegada a México), en el árbol del Tule, en Mitla, fotos de sus oficinas con la imprenta atrás y las cajas con los tipos.
El abuelo me mandó eso y mil cosas más, por ejemplo, un relato donde don José cuenta que de niño acompañaba a su padre a recorrer en Líbano los pueblos de un área muy bonita que se llama el Valle de los Santos. Lo sorprendente es que son los mismos pueblos que ahora Alfredo está ayudando a reforestar con cedros. Es como una epifanía que sucede cien años después.
Regalo para la comunidad libanesa
Al escuchar todas estas historias, continúa María Isabel, su hija Mira quiso saber acerca de los relatos de su bisabuela, pero a ella hay que buscarla en el silencio, donde no se nombra, en la discreción. Es muy bonito como historiadora ir armando esos hilos. Entonces, Mira propuso que escribiéramos un cuento acerca de la bisabuela y sus poderes, pero que fuera cercano a sus nietos y bisnietos. Esos son los dos libros que le vamos a obsequiar a Alfredo
.
Se trata de publicaciones que son también un regalo para los estudiosos del tema migratorio y para la comunidad libanesa mexicana, porque uno de ellos cuenta los antecedentes de cuando llegaron a la capital y se fundó el Club Libanés.
El abuelo José Helú decía “que los años pasan como las páginas de un libro, y que un nuevo año surge con sus páginas blancas para registrar dentro de ellas nuestros hechos inmortales o triviales. Decía que ‘la edad del hombre es cada vez más corta’, y se preguntaba cómo llenar el resto de las páginas de nuestros libros. Deseaba entintarlas con obras gloriosas, aquellas que tienen buena intención y pretenden el bien común. Con su voz modulada con un acento árabe, el abuelo aconsejaba: ‘No oscurezcas las páginas de tu vida, haz algo por la sociedad que te rodea’, y deseaba que cada uno de nosotros escribiera un hermoso renglón que nos hiciera sentir satisfechos por haber cumplido con nuestro deber hacia uno mismo y hacia la humanidad”, recordó María Isabel en el número especial de 2021 del boletín digital de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, con las que se celebraron los 20 años de trabajo de esa instancia.
Palabras que ahora se comparten para reflexionar sobre periodismo, los museos, las bibliotecas y centros culturales, así como de la esperanza y amor por nuestras distintas patrias, concluyó la historiadora.
Los libros La dulce tinta de Al-Jawater / Las ideas: La familia Helú Atra, libaneses de México, de Grañén Porrúa, y Los poderes de mis bisabuelos, de Mira Harp Grañén, escrito al alimón con su madre, con ilustraciones de Fernanda Narchi Harp, se presentan este 12 de marzo en el Centro Libanés, salón Baalbek, (Hermes 67, colonia Crédito Constructor) a las 18:30 horas; el 14 de marzo en el Centro Libanés de Puebla a las 18:30 horas, y el 16 del mismo mes a las 7 de la noche en el Centro Cultural San Pablo, en Oaxaca. Para mayor información, hablar al 55-7095-5534.