Chilpancingo, Gro., En la Sierra Madre del Sur, donde antes crecían amapolas, ahora florecen los aguacatales y otros productos; cerca de 2 mil mujeres, encabezadas desde hace años por Aurora Aguilar Rojas, campesina titulada de ingeniera agrónoma, cultivan el fruto, ya que la producción de amapola ha dejado viudas y miles de huérfanos y desplazados, al grado que muchos tuvieron que emigrar a Estados Unidos.
Con la amapola no puedes hacer un taco y dárselos a tus hijos
; con esa planta, de la cual se extrae la goma de opio con que se elabora la heroína, no íbamos a impulsar un congreso, ni una exposición; al contrario, te tienes que esconder, y con cultivos alternativos conoces, participas, creces, intercambias
, dice Aguilar Rojas.
Estas mujeres conformaron la Zona Agroecológica Libre de Plagas y Enfermedades El Aguacate, que abarca tierras de los municipios de Tecpan de Galeana y Petatlán, en la Costa Grande, y de Coyuca de Catalán y Ajuchitlán del Progreso, en la Tierra Caliente.
Se puede decir que 80 por ciento de las mujeres de los cuatro municipios participan, incluso trabajan en las cosechas, en la limpia de las huertas, y una que otra fumigando
, explica la agricultora.
Hablamos de poco menos de 2 mil mujeres, pero en toda esta zona de la sierra, hasta jovencitas le entran al trabajo, lo mismo que las mujeres adultas
, agrega.
Aurora Aguilar resalta que en la Sierra Madre del Sur ya hay muchas profesionistas, y eso es hermoso para nosotras: hay contadoras, ingenieras forestales, agrónomas, veterinarias, sociólogas, ambientalistas, del área de comunicación social, médicas y maestras
.
Sin embargo, lamentablemente muchas no han regresado a sus comunidades porque la educación es escasa; por eso la organización social ha sido muy difícil. Recordemos que un ingrediente muy importante para la organización social es la empatía
.
En entrevista, recuerda: “Buscábamos alternativas productivas en la sierra. Ese fue el motivo por el cual estudié la carrera de ingeniera agrónoma y ahora estamos establecidos en la comunidad de El Aguacate, en la parte alta de la sierra del municipio de Coyuca de Catalán.
Ahí se ha trabajado desde hace más de 40 años. Todo se inició con la siembra de aguacate, como una alternativa para esa zona, con el fin de replicarla a lo largo de la sierra, hoy la octava región, el territorio más grande en la entidad
.
–Esta era una zona amapolera. ¿Cómo se logró este cambio?
–En la sierra han sido muy comunes los enfrentamientos, a veces entre familias, entre amigos, y lo único que queda es levantar los muertos y el que hizo el daño se retira, eso es todo. Pero aquí quien queda viuda, sufriendo con los hijos, tiene que hacer frente a esto, recoger a su muerto. Las mujeres somos un poquito más conscientes; tal vez sea porque nos ha tocado vivir el dolor.
Hay mucho desplazamiento, mucha gente se está yendo, pero también hay que decir que muchas iniciativas locales pueden asegurarnos un futuro muy bueno para las mujeres. El desplazamiento es por la violencia y por la falta de oportunidades de empleo. Las dos situaciones se juntaron; vivimos un momento crítico
, concluye.