La historia de la Universidad Nacional es, en muchos sentidos, la historia del México moderno. Y referirse a los hechos que configuran el devenir institucional implica también hacer referencia a la construcción nacional del siglo XX y del tránsito al XXI.
La reciente publicación de la obra UNAM: fortaleza de México (UNAM, 2023) constituye una evidencia documental de dicha relación y ofrece una interesante dualidad: como un libro objeto cuya forma y selección iconográfica refleja criterios de calidad y como una obra cuyo contenido presenta aportaciones relevantes para el conocimiento. El libro ofrece 270 imágenes cuidadosamente seleccionadas que describen la historia de la Universidad Nacional en términos diacrónicos y sincrónicos. A su vez se estructura en cinco apartados que recorren la realidad universitaria en términos personales (Quirarte), institucional (Lomelí), humanidades (Valencia y Weber), investigación científica (Lee, Solano y Pino) y difusión cultural (Beltrán y Esquivel).
La historia de la Universidad Nacional representa una sucesión de hechos y momentos que, si bien encuentra huellas entre los siglos XVI y XIX, logra demostrar toda su fuerza en el siglo XX. Este es el siglo de las instituciones educativas, de la fundación de la Universidad Nacional y de la plena incorporación de nuestro país al concierto internacional. De ello da cuenta el texto de Leonardo Lomelí, quien, desde una perspectiva historiográfica, ofrece una mirada panorámica de la institución a la que José Sarukhán calificó hace algunos años como el proyecto cultural más importante del siglo XX en México. Leyendo los diversos textos se antoja pertinente recordar las palabras de Justo Sierra en el sentido de que la Universidad Nacional no tiene a la Real y Pontificia Universidad de México como su antepasado, sino que sostiene, es el pasado.
E insiste, aunque tiene precursores no tiene antecesores. Es decir, propone que la creación de la Universidad de México no asuma la herencia de la institución colonial y propugna en cambio por una institución moderna y comprometida con el saber. Una institución que mire al futuro en favor de la nación.
La Universidad Nacional es fundada en 1910 en el ocaso del régimen porfirista y, según autores como Javier Garciadiego, la institución vivirá un verdadero renacimiento en 1920 durante el rectorado de José Vasconcelos. Y aunque no se cederá a la tentación de hacer aquí el recuento de su devenir histórico sí, en cambio, es menester recordar hechos como la obtención de su primera autonomía en 1929, la aprobación de su Ley Orgánica en 1945, la inauguración de la Ciudad Universitaria en 1952, la defensa de su autonomía en 1968, la expansión de la docencia, el impulso a la investigación y a la difusión cultural a partir de los 70, así como el ininterrumpido proceso de crecimiento y transformación ocurrido durante las décadas recientes.
¿Fortaleza de México? Claro que sí. Se trata de una afirmación contundente que sugiere profundos significados.
Fortaleza en la docencia, en las aportaciones a las humanidades, en las aportaciones al saber en los más diversos campos, así como en sus vastas aportaciones a la cultura. Fortaleza en términos de la confianza de la sociedad para la formación ciudadana y profesional de sus hijos. Y, por supuesto, fortaleza en la construcción de instituciones políticas y sociales. Baste señalar al respecto que prácticamente todas las organizaciones partidistas han tenido una base universitaria, que hoy las dos principales candidaturas a la Presidencia hacen gala de su paso por las aulas de la Universidad Nacional y que una de ellas forma parte, desde hace varias décadas, de su claustro académico. En cuanto a los movimientos sociales, es importante destacar cómo la expresión universitaria de 1968 se sumó a la profunda transformación social del México de entonces y cómo en las décadas recientes la comunidad universitaria ha sabido respaldar las mejores causas de la sociedad. Y sobre la creación de instituciones y organismos autónomos, recuérdese la presencia de la UNAM y sus integrantes para el surgimiento de instituciones como la Universidad Autónoma Metropolitana, así como el hoy Instituto Nacional Electoral y el Instituto Nacional de Acceso a la Información.
La Universidad Nacional, a través de sus egresados, ha participado –y lo sigue haciendo– en la siempre inacabada construcción y práctica de la democracia. Es un factor de cohesión y transformación social y es, sin lugar a duda, fortaleza de México.
*Investigador del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación de la UNAM